Desconcierto en el avispero serbio

Bogdan Dasic (EFE)
-

Una ola de protestas estudiantiles contra el Gobierno mantiene en vilo el futuro del país, que afronta su peor crisis desde la llegada al poder en 2012 del partido populista nacionalista

Miles de jóvenes se han manifestado a lo largo de la semana en diferentes puntos del país como Novi Said, la segunda ciudad más importante - Foto: Mitar Mitrovic (Reuters)

La región de los Balcanes ha sido, a lo largo de su historia, un avispero inestable política y socialmente desde que las seis exrepúblicas que formaban Yugoslavia terminaran en 2001 de configurarse como países independientes tras años de cruenta guerra. Una de esas naciones es Serbia, que actualmente está sumida en el desconcierto después de que una ola de protestas estudiantiles contra el Gobierno le esté haciendo vivir la crisis política más profunda desde la llegada al poder en 2012 del partido populista nacionalista (SNS), encabezado por el presidente, Aleksandar Vucic, acusado por sus críticos de autoritario y corrupto.

Ante el incesante aluvión de críticas, desencadenado por el derrumbe del tejado de la estación de trenes en Novi Sad que causó 15 muertos, el todopoderoso mandatario sacrificó a su primer ministro y líder de la formación, Milos Vucevic, quien dimitió el pasado martes «para no seguir aumentando la tensión en la sociedad».

El trágico suceso del pasado 1 de noviembre -para muchos en el país balcánico producto de la endémica corrupción- es la gota que colmó el vaso de la insatisfacción con el sistema de Vucic, un populista omnipresente en los medios afines que ahora se niega a asumir responsabilidades.

Junto con el primer ministro renunció también Milan Djuric, alcalde de Novi Sad, la segunda ciudad del país, en un intento de apaciguar a unos manifestantes que exigen explicaciones y responsabilidades penales. Vucevic fue hasta 2022 regidor de la ciudad en una época en la que empezaron a manos de una empresa china las obras de reforma de la estación colapsada.

Peones reemplazables

«Vucevic y Djuric son solo peones reemplazables que hicieron lo que se les dijo, al igual que lo serán aquellos que Vucic enviará para reemplazarlos», asegura el analista Ivan Protic.

Por el momento, las dimisiones no apaciguan los ánimos, ya que muchos protestantes consideran que solo se trata de un intento de engañar a la ciudadanía. 

«Que dimita todo el Gobierno, nosotros seguiremos protestando. Que convoquen elecciones, que formen un Ejecutivo de transición, nosotros seguiremos ahí», escribió Irina, una de las estudiantes manifestadas. «Nuestras exigencias están dirigidas a la Fiscalía. Estamos pidiendo justicia que solo pueden ofrecer los órganos judiciales. Queremos que vayan a la cárcel y que respondan por la muerte de 15 personas», añadió la joven.

Nuevo ejecutivo o comicios

Tras la dimisión de su primer ministro, Vucic afirmó que el gobernante SNS tomará una decisión en los próximos 10 días sobre si se convocarán nuevas elecciones (posiblemente en abril) o si se elegirá un nuevo Gobierno.

Según los analistas, las opciones propuestas por el presidente parecen ser una mera táctica para ganar algo de tiempo, con la esperanza de que las protestas se diluyan. De hecho, muchos en Serbia creen que adelantar la visita a las urnas llevaría simplemente a una repetición de los comicios generales y locales de 2023 y 2024, ganadas por el SNS y que, según la oposición, fueron fraudulentas.

«El régimen no es capaz de cumplir con las demandas de los estudiantes porque no entiende que esas exigencias no están dirigidas a Vucic, sino al funcionamiento independiente de las instituciones y al establecimiento de la Justicia elemental en la sociedad», aseguró Dinko Gruhonjic, periodista y profesor en la Universidad de Novi Sad.

Para este experto, quien suele ser difamado por el Gobierno y sus medios afines como «enemigo del Estado», el régimen de Vucic vive al margen de la realidad de la ciudadanía. «Sus manos están manchadas de sangre y no habrá negociaciones con ellos», aseveró el profesor universitario.

Los estudiantes, apoyados por alumnos de institutos, docentes y otros ciudadanos, exigen un cambio más estructural, hacia una sociedad con instituciones democráticas, el Estado de derecho y medios de comunicación libres.

«Una remodelación del Gobierno nunca ha sido nuestro objetivo, porque los estudiantes no tienen objetivos políticos: nos hemos distanciado de los partidos políticos», explica Nemanja, un estudiante de Novi Sad. De momento, el país es un polvorín.