Los casos de obesidad se triplicaron en el mundo entre 1975 y 2016, según alertó en 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS), que cada 4 de marzo conmemora el día mundial de esta enfermedad. La médica endocrinóloga del Hospital General de Segovia Cristina Serrano considera alarmantes esas cifras y las que se han conocido después, como que casi dos de cada cinco españoles padecen obesidad. «Y estamos viendo que a raíz de la subida de la inflación mucha gente ha dejado de consumir productos frescos y opta por comprar productos procesados o congelados que muchas veces llevan reboces añadidos», advierte.
Serrano culpa también a la vorágine en la que vive inmersa la sociedad de los actuales malos hábitos alimenticios y de la falta de ejercicio físico. «Se abusa más de productos procesados o ultraprocesados porque son más fáciles de comprar y más fáciles de preparar y al final todos tenemos menos tiempo para hacer comidas más elaboradas o acudir a los mercados a comprar productos frescos», apunta, al tiempo que hace una serie de recomendaciones: «Sobre todo utilizar aceite de oliva en la medida de lo posible, aunque hay pacientes que te dicen que por su nivel o por sus ingresos no se lo pueden permitir. Esto es algo que se está empezando a ver. A lo mejor no es tan exagerado como en otros países, como en Estados Unidos, donde hay más desequilibrio, pero yo creo que aquí sí que estamos empezando a ver estas situaciones».
Las posibles soluciones a lo que muchos consideran una de las epidemias del siglo XXI están implícitas en las causas que han provocado el problema. «A la obesidad habría que incluirla en la cartera de servicios y que los fármacos que están indicados para ella, que existen, estuvieran financiados por la Seguridad Social. Porque ese es otro de los problemas. El pilar fundamental del tratamiento son las medidas dietéticas y el ejercicio físico, pero es verdad que hay veces que se fracasa y tenemos opción de poner tratamiento farmacológico. Lo que pasa es que volvemos a lo mismo. Hay gente que no se puede permitir esos tratamientos porque normalmente suelen ser caros», argumenta la doctora Serrano, quien destaca los avances en este ámbito: «Y están pendientes de salir fármacos todavía más eficaces contra la obesidad. Lo que pasa que el acceso que tenemos nosotros para probarlo en vida real es reducido. Insisto en que se deberían incluir en la cartera de servicios».