A los 20 años, y por mediación de un amigo, Jorge Galindo descubrió la shisha. Esta forma de fumar tabaco a través de una pipa de agua requiere de toda una liturgia tanto en su preparación como en su consumo, donde el mismo recipiente puede ser compartido pov varios consumidores; algo que le atrajo a la hora de probar una experiencia de consumo que lleva ya nueve años haciendo con amigos o solo en casa. La variedad de sabores y la forma de preparar cada cachimba son algunos de los motivos por los que se ha decantado por esta forma de fumar que, al igual que la que ofrecen los vapeadores o el denominado 'cigarrillo electrónico', que empiezan a ocupar un lugar significativo en los hábitos de consumo de tabaco, y que en el caso de Jorge pone por encima de otras labores más tradicionales como el cigarrillo.
Vapeadores y cachimbas también ocupan ya lugares importantes en las ventas de los estancos, que dedican buena parte de su espacio a ofrecer la gran variedad de productos en ambos casos que ofrece el mercado, en medio de un debate sobre los perjuicios que supone su consumo a los fumadores y el vacío legal existente en cuanto a su uso en lugares de ocio.
Según los datos publicados por la Asociación Contra el Cáncer, aunque el consumo de tabaco por calentamiento todavía es minoritario en España, según el Comisionado para el Mercado de Tabacos, su consumo se ha multiplicado desde que se lanzaron al mercado. Sin embargo, al ser un producto reciente, todavía no hay datos sobre los patrones de su consumo. Respecto a las pipas de agua,uno de cada cinco jóvenes de nuestro país fuma con alta frecuencia cachimbas o shishas. No se trata de algo ocasional: el 20% de los jóvenes españoles que fuma en pipas de agua lo hace a diario y otro 35% enciende al menos una pipa de agua cada semana, por lo cual se ha convertido en un hábito.
En Segovia, el consumo es significativo, pero sin llegar a los niveles que se registran en las grandes capitales. Así, Juan Carlos Cabrera, propietario del estanco situado en el número 81 de la calle José Zorrilla asegura que la implantación de ambos productos está extendiéndose lenta pero progresivamente «como una mancha de aceite». En el caso de los vapeadores, el vacío legal que aún no ha resuelto su empleo en locales de ocio hace que «mucha gente joven se decante por su uso», a lo que se añade la comodidad d e su formato y la variedad de posibilidades que ofrece, según señala el estanquero, que sitúa la franja de edad del uso de vapeadores entre los 20 y los 40 años.
En lo que se refiere a las cachimbas, precisa que su consumo «es más social», y recuerda el fuerte impacto que supuso la pandemia del Covid, que elevó mucho su uso entre los jóvenes a medida que se fueron flexibilizando las medidas de prevención. Además, señala que en Segovia hay algunos establecimientos hosteleros que ofrecen shishas para compartir una tarde con amigos.
En cuanto al gasto que supone la compra de ambos productos, Cabrera señala que el vapeo o cachimba hace que el fumador haga un gasto «más de golpe» que el de tabaco convencional. « El vapeador o shisha hace un gasto de 50 ó 60 euros para comprar varios tipos de tabaco que le pueden durar entre dos y tres meses, dependiendo del consumo que haga - explica-, mientras que el de cigarrillos lo hace más a diario».
Salud
A la hora de evaluar su afección a la salud, la AECC señala que en el caso de los vapeadores, a ser un producto reciente hay pocos estudios, sobre todo, respecto a sus efectos a largo plazo; pero como todas las formas de consumir tabaco, son peligrosos para la salud. No hay evidencia suficiente para afirmar sean menos nocivos para la salud que los productos de tabaco convencional, ni para aquellas personas que los consumen, ni para aquellas expuestas a sus emisiones. En cuanto a su composición, son similares a un cigarrillo convencional, contienen nicotina y otras sustancias que pueden tener implicaciones para la salud al ser sometidas a altas temperaturas.
De igual modo, las pipas de agua están consideradas por la AECC tras los estudios realizados tan nocivas como fumar cigarrillos, ya que una sesión de cachimba equivale a inhalar 200 veces el humo de un cigarrillo y este humo presenta los mismos niveles altos de C0, metales pesados y cancerígenos que el de un cigarrillo.