Quien conoce a Don César, sabe que dedicará hasta el último minuto al servicio de la diócesis como Administrador Apostólico en sede vacante a trabajar en los proyectos iniciados y avanzados para la acción pastoral en la provincia, pero a partir del 18 de enero, cuando el relevo en la sede episcopal segoviana sea ya efectivo, monseñor Franco cerrará este capítulo de su vida para abrir uno nuevo más encaminado al descanso, la oración y el estudio, pero siempre con la mirada puesta en la provincia a la que sirvió en los últimos diez años de su labor episcopal.
César Franco compartirá con Ángel Rubio la condición de obispo emérito de la diócesis de Segovia, aunque no fijará su residencia en la provincia. Tal y como expresó esta semana tras anunciar de forma yta oficial su relevo al frente de la diócesis en la figura del obispo electo Jesús Vidal Chamorro, el prelado segoviano se trasladará a Madrid para fijar su residencia en el convento de la Visitación de Nuestra Señora, un histórico edificio en pleno centro de la capital de España atendido por la orden de Hermanas Salesas, en la que tiene previsto llevar a cabo una labor mucho menos intensa que la de pastorear la diócesis de Segovia.
Alli, «lo primero que voy a hacer es rezar todo lo que no he rezado durante este tiempo, donde he estado un poco flojo», aseguraba el obispo, y precisó que «aunque parezca un poco apocalíptico, prepararme a morir porque sé que es la última etapa de mi vida y creo que la muerte es muy respetuosa pero hay que prepararse bien a ella». Monseñor Franco señaló que seguirá inmerso en el estudio y la investigación histórica, y confía en que la inspiración le acompañe para seguir escribiendo poesía, pues no en vano el pasado año recibió el premio internacional 'Fernando Rielo' de poesía mística, un género literario que cultiva con pasión.
En las Salesas, don Cesar asegura que las religiosas de la orden «me han prometido que me dejan un confesionario para todo el tiempo que quiera», por lo que será frecuente verle adminstrar el sacramento de la penitencia, que valora como uno de los pilares de su vida religiosa. «Durante mi vida sacerdotal siempre he dicho que me he hecho cura en el confesionario, y ahora seguiré siendo cura y obispo reconciliando a la gente», precisa.
Al volver la vista atrás sobre la tarea realizada en estos diez años, monseñor Franco asegura no ser amigo de hacer balances, pero reconoce que «en Segovia he gozado mucho más de lo que he sufrido». «Estoy con mucha paz , con mucha tranquilidad dando gracias a Dios por haber servido a esta diócesis durante este tiempo dando gracias por supuesto a los colaboradores que he tenido y a los laicos que están comprometidos en la vida de la Iglesia», aseguró.
Desde la cercana capital de España, seguirá atentamente el devenir de la diócesis, a la que espera regresar para su última morada, ya que expresó su deseo de ser enterrado en la Catedral al igual que sus antecesores Antonio Palenzuela y Luis Gutiérrez, y aaseguró que «yo ya he señalado el sitio, y espero que el Cabildo esté de acuerdo».