La ‘espantada’ de varias empresas importantes durante los últimos años ha provocado un cierto temor ante la implantación de multinacionales extranjeras que tienden a la deslocalización a las primeras de cambio en cuanto llegan los problemas o vislumbran un ahorro de costes en otros lugares del planeta.
Frente a ello, el tejido empresarial castellano y leonés tiene numerosas compañías familiares, que han resistido con mucho esfuerzo durante la larga y dura crisis económica, y que siguen tirando de la economía regional. Las más de 200 empresas que integran EFCL, con una facturación del 21 por ciento del Producto Interior Bruto de la Comunidad, emplean a un 9 por ciento de los ocupados y suponen una vacuna muy eficaz contra la fuga de compañías.
Empresa Familiar de Castilla y León (EFCL), colectivo en el que se agrupan las más importantes, señala, entre las principales ventajas de estas sociedades, un «compromiso fuerte y un arraigo con su tierra», que se ha traducido, incluso en los peores momentos de la crisis, en «inversiones y generación de puestos de trabajo».
El propio presidente del Instituto de la Empresa Familiar, Francisco Riberas, explica que factores como «el foco a largo plazo, que nada tiene que ver con la especulación o la cultura del pelotazo», así como «la importancia de los valores y principios en todas sus actuaciones» son rasgos que unen fuertemente a este tipo de empresas con las personas y los lugares donde están implantadas.
Esta relación emocional con la tierra y, en muchos casos, la dedicación a sectores como el agroalimentario que necesitan un producto y unas condiciones no ‘exportables’ son factores claves para fijar las empresas en Castilla y León y estabilizar el empleo, en muchos casos desde el medio rural.
Desde esta premisa, los empresarios reclaman medidas que favorezcan el crecimiento a través del desarrollo tecnológico y la globalización que permita a grandes compañías liderar sus mercados a nivel mundial y tener a la vez un efecto tractor positivo para las más pequeñas. «Es positivo ayudar a las pymes y start-ups pero las empresas medianas y grandes son las que posicionan adecuadamente a España en el contexto internacional», asegura Riberas.
Precisamente, las Cortes autorizaron hace pocas semanas la ampliación en 45 millones del plan de crecimiento innovador, con una dotación inicial de 75 millones para la financiación de empresas líderes en materia de innovación e investigación inmersas en procesos de nuevos modelos de gestión y que incorporan propuestas de internacionalización. Aprobado por la Junta tras la insistencia del presidente de la EFCL, César Pontvianne, este plan ha movilizado 260 millones de euros, con un beneficio a 33 empresas de la Comunidad y con el consiguiente mantenimiento o consolidación de 7.400 empleos, de los que el 49 por ciento es de carácter rural, ya que el 45 por ciento de esas compañías se encuentran vinculadas al mundo rural en sectores difícilmente deslocalizables.
Rocío Hervella - Prosol
El matrimonio formado por Rocío Hervella y Julián Espegel comparten desde marzo de 2015 una participación del 99% en la empresa palentina Productos Solubles (Prosol), compañía fundada en 1998 por Coffee Partners, sociedad promotora del proyecto, que contó con la colaboración y el apoyo económico entonces de otros 75 socios inversores, mayoritariamente de Castilla y León.
La compañía, que en sus dos décadas de vida ha pasado de ser societaria a familiar, ha logrado hacerse un hueco entre las más importantes de fabricación de café y de otros productos solubles y lo ha hecho con un estilo propio demostrando que en un sector, el de la agroalimentación, de los considerados como maduros, también se puede innovar de forma eficiente.
Hervella destaca los «valores» como la mayor diferencia entre una empresa familiar y otra que debe presentar resultados a sus accionistas. Con más de 300 trabajadores y una facturación cercana a los 90 millones de euros, la consejera delegada destaca la necesidad de «animar y adoptar medidas que incentivarían que tanto el hombre como la mujer pudieran conciliar la vida familiar y laboral».
Aunque ya cuenta con plantas en Palencia y México, Rocío Hervella explica que siempre hay proyectos, «todos de crecimiento y fortalecimiento» y pone como ejemplo la reciente entrada en el mercado norteamericano, lo que va a llevar en los próximos años a un esfuerzo de consolidación y mantenimiento. Todo lo cual, no duda ni un segundo en sus raíces castellanas y leonesas y su origen palentino.
Premiada por su liderazgo e influencia, Hervella afirma que las mujeres necesitan referencias para crecer. Ella es un buen ejemplo.
Santiago Miguel Casado - Grupo Hermi
Casi de casualidad, el padre de Santiago Miguel inició en 1972 la venta de conejos. «Una hermana de mi madre producía conejos para autoconsumo y en Navidad vendía también a algún carnicero de Valladolid. Aquellas navidades no pasaron a recogerlos y mi padre, que vendía huevos en Madrid, se los llevó por si podía colocarlos. No sólo los vendió sino que le pidieron que llevara más en el futuro», explica.
De ahí a la actualidad ha pasado casi medio siglo y actualmente el grupo Hermi, dirigido por la segunda generación, cuenta con plantas en el País Vasco y Castilla-La Mancha, además de la sede central en Valladolid, con una facturación anual que ronda los 70 millones de euros.
Miguel explica que hay unos 170 empleados directos, pero «de nuestra actividad dependen más de 600 familias» por la «estabilidad con los proveedores y la compra de unas 3.500 toneladas de pienso compuesto al mes». Todo ello genera empleo en el sector agrícola y ayuda a mantener la población en el medio rural gracias a la actividad económica, manifiesta el consejero delegado de Hermi.
Santiago Miguel y sus hermanos valoran especialmente el legado dejado por sus padres, que lo resume en el esfuerzo, la ilusión, el sacrificio, la apuesta por el largo plazo y la reinversión de todo lo que se genera en la empresa. Estos valores «que no están escritos en ningún sitio» no los olvidan a la hora de llevar la compañía familiar hacia delante.
Esta mirada al futuro, Miguel lo concreta en «poner en valor la carne de conejo» como un alimento saludable con enormes posibilidades culinarias y muy acorde con el estilo de vida actual de una gran parte de la sociedad.
Francisco Iglesias - Cárnicas Iglesias
Francisco Iglesias, director comercial y Marketing en la industria salmantina Cárnicas Iglesias, rechaza de plano la posibilidad de una deslocalización. «Tenemos un arraigo muy fuerte con la tierra, toda la familia vive en Salamanca y además esta provincia es la cuna del ibérico y del embutido», resume este miembro de la familia propietaria de la compañía, fundada en 1928. Esta empresa casi centenaria, a cuyo frente se encuentran miembros de la tercera y cuarta generación, cuenta actualmente con 86 empleados y una facturación que el año pasado sobrepasó los 18 millones de euros y que Francisco Iglesias aventura que este año superará los 19 millones tras tener un crecimiento de dos dígitos durante el primer trimestre y a pesar de que espera un parón en la venta a partir de septiembre u octubre por la influencia de China y el mercado asiático.
El punto flaco de esta empresa cárnica, que comenzó con una tienda en la capital salmantina donde el bisabuelo de Francisco vendía productos frescos, es la exportación. Apenas un 10 por ciento de la facturación procede de los mercados exteriores, aunque ahora están potenciando la estructura comercial para la venta internacional. Francisco Iglesias explica que, con la excepción de Europa, «abrir camino es complicado», por las trabas burocráticas.
Con dos fábricas y un matadero, los productos de Cárnicas Iglesias tienen una gran penetración en grandes cadenas de supermercados como Eroski, Carrefour, Alcampo, Leclerc y otras de carácter regional, ya que trabajan con cerdo blanco e ibérico. Iglesias resalta que ser una empresa familiar ha marcado su trayectoria y asegura su futuro en Salamanca, sin posibilidad de una deslocalización.
José Luis Tejedor - Grupo Dibaq
«Mi padre era maestro nacional, pero puso ganadería en los años 40 y los hijos comenzamos a ayudar durante los veranos cuando volvíamos de estudiar», explica José Luis Tejedor. Aunque es la segunda generación, afirma sentirse fundador de la compañía, que iniciaron hace unos 40 años de forma conjunta con su padre tras superar la explotación avícola que tenían en Fuentepelayo (Segovia).
Actualmente, Dibaq es un conglomerado de empresas con unos 250 empleados, una multinacional con una planta en Chequia y colaboraciones comerciales con empresas intermediarias en 23 países. La facturación anual ronda actualmente los 70 millones de euros.
José Luis Tejedor, uno de los tres hermanos que se ha mantenido en el negocio familiar, destaca la importancia que ha tenido en toda su trayectoria y en la de Grupo Dibaq los valores de «honradez, emprendimiento, responsabilidad», pero por encima de todos subraya «el entendimiento entre la familia».
Aunque ahora ya está jubilado, su hermano Carlos sigue como presidente del grupo familiar, en el que la tercera generación ya ha tomado las riendas. Quizás por ello, la mirada empresarial se dirige ahora hacia una mayor internacionalización empresarial.
En estos momentos, Dibaq exporta el 40 por ciento de sus productos de nutrición animal, con dos líneas separadas para acuicultura y mascotas, y José Luis Tejedor explica que el objetivo es «abundar en la internacionalización e incrementar la innovación».
Aún queda mucha labor por delante, reconoce uno de los fundadores, aunque lo importante para él es que toda la familia siga caminando juntos y todos sigan sintiendo el negocio como propio.