«Nací al amanecer de un 6 de julio de 1924 en una familia humilde de labradores», asi comienza la biografía que el propio Isaias Rodrigo Criado escribió en su 97 cumpleaños. Ahora acaba de cumplir 100 hace unos días. El décimo de once hermanos, tuvo dos hijos, tres nietos y cuatro biznietos. A lo largo de su vida ha vivido durante la II República, la Guerra Civil, la dictadura y tres Reyes.
Como él dice: «En cien años ha habido días muy buenos y muy malos», pero sobre todo comienza su relato recordando que ha trabajado de todo, como agricultor, obrero industrial en la achicoria, camionero, guarda forestal, en las paneras del Estado conocidas como el Servicio Nacional del Trigo, responsable de almacén y pesador en la fábrica de resinas de Leocadio Suárez, donde se jubiló en 1990. Tuvo la suerte en aquella época de ir a la escuela hasta los doce años, cuando estalló la Guerra. Dice con cierta sorna que «eran escuelas de buena construcción, pero muy deficientes en la enseñanza» y afirma que pasó «hambre de cultural, porque nunca pude volver a la escuela». A pesar de eso y con la educación recibida, no le ha faltado inquietud y curiosidad y eso le ha llevado a publicar cuatro libros y escribir un quinto que no ha visto la luz. Ya en la escuela empezó a escribir poesía y aún las conserva. De hecho, a sus 92 años lanzó un concurso de poesía en la localidad.
De la Guerra recuerda una noche de enero de 1938 cuando el cielo, relata, apareció colorado. «Fue el colmo del miedo, hubo mujeres que decían que era el reflejo de la sangre de la Guerra. Pasé la noche llorando de ver a mis padres igual. Aquello era espantoso, ver el cielo como si de verdad fuera la sangre de los campos de batalla», recuerda. Al parecer ese día hubo una gran batalla cerca de Segovia y recuerda durante el día ver pasar «un montón de aviones y por la noche parecía que se estaba quemando el cielo. Eso no se olvida nunca». «Me gusta saber dónde vivo y cómo vivo, saber de mi pueblo y de su vida». Así explica porque desde que se jubiló se dedicó a investigar y a escribir. «He escrito siempre, estaba trabajando y escribía lo que veía», dice. No obstante, fue a raíz de la jubilación cuando pidió permiso al alcalde del momento para investigar en los archivos municipales. Así se pasó cuatros de su vida durante todas las tardes y con todos los documentos que encontró escribió su primer libro 'Cuéllar. Crónicas municipales de la ilustre Villa en este siglo: 1900-1994'. Se trata de un libro que permite conocer la historia de Cuéllar del pasado siglo gracias a que recoge un resumen de las actas y documentos más importantes de cada década con su comentario particular haciendo un repaso por el plano social, cultural, político y de desarrollo económico de la localidad. No faltan las tradiciones, los motes y también las discusiones políticas y los proyectos que marcaron un antes y un después en la localidad.
Sus dotes en la escritura le hicieron continuar con otra publicación 'Entre toros y limonada' para recoger buena parte de la historia, tradiciones y chascarrillos de las fiestas de los encierros con una recopilación de los actuantes en las ferias taurinas, los nombramientos de Corregidora y pregonero, las peñas y el desarrollo de las fiestas. Su tercer libro 'Lo que el tiempo se llevó' hace un repaso por las costumbres y oficios de Cuéllar. La última publicación, 'Juegos Infantiles de Antaño y Coplillas de los Quintos' la presentó en 2011. Pero aún a sus cien años se pone delante del ordenador para intercambiar correos electrónicos entre otros con sus nietos, repasar artículos acompañado de una lupa y revisar documentos y poesías que guarda con cariño. Tiene recopilados más de 3.000 refranes, 1.000 piropos clásicos, más de 1.000 palabras en desuso, todas las plazas de toros que existen en España y alguna de fuera, los campos de futbol y más de 100 canciones de su juventud que recuerda a la perfección como la murga de carnaval con la que nos despide tras una larga charla en casa de su hijo.
Afirma Isaías que a lo largo de su vida se ha caracterizado por decir las cosas claras. «Si he tenido que decir que algo no está bien, lo he hecho, pase lo que pase. He discutido con alcaldes y siempre he sido directo con lo que pensaba». Tanto es así que en varias ocasiones candidatos a alcalde le pretendieron para ir en sus listas. Él siempre les preguntaba qué pasaría si estando en el gobierno de concejal apoyaba un proyecto de la oposición que consideraba bueno para el pueblo. La respuesta solía ser 'no me interesas' y con ella nunca se metió en política. No obstante, varios alcaldes recurrieron a él en más de una ocasión para resolver distintos problemas y consiguió que se mejorará por ejemplo la red de agua en el entorno del Castillo. También fue requerido por familias pudientes de Cuéllar para valorar fincas, ayudar en negociaciones y ventas y hasta valorar y actuar como interventor a petición del juez en algún asunto. Asi mismo recuerda algunos trabajos para Alfonsa de la Torre.
A lo largo de su vida se ha codeado con gente de todo tipo. En sus memorias relata como siendo vocal de la Hermandad Nacional de Labradores y Ganaderos se reunió con políticos muy importantes de la época e incluso conoció a Franco y al que después sería Rey Juan Carlos I. Se atrevió incluso a mandar una poesía al actual Rey Felipe con motivo de su enlace con doña Leticia y cuando Cuéllar acogió las Edades del Hombre en 2017 no dudó en salir a la puerta de su casa al paso de la Reina Sofía para leerla una de sus poesías escritas para la ocasión. Si la ocasión lo requería para resolver algún problema no ha dudado en reunirse con el Gobernador Civil, en los años 50 o con el que fuera Obispo de Segovia, Ángel Rubio y hasta con el ministro de Agricultura del momento para mediar en una huelga.
Con muchas historias a su espalda, ahora y tras superar un pequeño achaque de salud en los días de su centenario pasa las mañanas paseando por distintas zonas de Cuéllar y por las tardes no se pierde sus partidas de cartas en el Centro de Día. Vive tranquilo consultando sus documentos, escribiendo en el ordenador y rodeado de su familia que dice «son lo mejor de mi vida. Gracias a Dios todo cuanto me propuse me salio bien, y he podido llegar hasta hoy con una buena salud. Repetiría todo cuanto aquí se dice, si volvería a nacer». Asi concluye sus memorias escritas en el año 2020. Ha cumplido 100 años, pero no cambiaría una coma.