Forzada a acudir este miércoles ante el Senado, hostil, la 'número dos' del Gobierno y el partido tendrá que explicar, precisamente ella, esa 'financiación singular' pactada con los republicanos catalanes que lleva todo el mes de agosto situando la polémica en si España se encamina hacia un Estado federal, confederal o qué. Ella misma, la 'número dos', ha alimentado sustanciosamente esta polémica con algunas declaraciones, negando que en Cataluña estemos ante un 'concierto' (con cupo) a la vasca, provocando la indignación de esos republicanos catalanes que pensaban que habían firmado otra cosa.
¿Concierto, concordia, conllevanza, contrato, concurso? A ver cómo sale del trance la 'número dos' del Gobierno y del PSOE, la mujer de confianza de Pedro Sánchez, que lleva su lealtad a veces hasta el paroxismo, como hemos visto. La 'número dos' no es solo una de las tres vicepresidentas de Sánchez, sino también nada menos que la ministra de Hacienda en un panorama en el que, por segundo año, podríamos quedarnos sin Presupuestos, después de no haber elaborado (aunque la Constitución prescriba otra cosa) los de este año.
Yo creo que alguien que tiene que dar en sede parlamentaria unas explicaciones tan complicadas, sobre todo cuando hace no muchos meses decía cosas contrarias a las que va a decir el miércoles en la Cámara Alta, difícilmente puede ocupar el segundo lugar, tras el jefe venerado, en el partido que sustenta al Gobierno y que cambiará a su cúpula -previsiblemente también a ella misma- dentro de poco más de dos meses.
Ignoro si el 'jefe' tiene planeado también cambiar a su 'número dos' cuando ejecute su necesaria remodelación del Gobierno, derivada de la salida de la vicepresidenta tercera para ir a ocupar una comisaría en la UE. Lo ignoro, pero me parece que debería hacerlo: la 'número dos' se ha abrasado bastante en su apoyo, estéticamente excesivo, al jefe. Y ya hay precedentes, recuerde usted, en la figura de Carmen Calvo, que también fue vicepresidenta primera y persona de total confianza. Y que también planteaba, entonces frente a Podemos, una conflictividad y debate excesivos para el señor de La Moncloa.
Ignoro también, claro -cualquiera le hace a Sánchez una lista de 'ministrables'--, si se mantendrá a Félix Bolaños, que tantos traspiés ha dado como ministro de Justicia, en su actual 'triministerio', que le convierte, sin serlo formalmente, en el auténtico vicepresidente político del Ejecutivo. Tampoco soy capaz de asegurar que los portavoces gubernamentales hablen en serio cuando dicen que el ministro de nada menos que la Transformación Digital y la Función Pública, José Luis Escrivá, debe convertirse la semana próxima en el nuevo gobernador del Banco de España. Sería muy fuerte la cosa, que creo -eso me dicen al menos-- que convence poco incluso al aún flamante ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que en alguna encuesta aparece, quién sabe por qué, como el más valorado en el Consejo de Ministros.
El caso es que Sánchez, el silente, ha escogido un acto en Madrid, el mismo miércoles de la comparecencia de la 'número dos' en el Senado, para iniciar 'su' curso político. Tendrá que decir cosas muy notables para tapar en los titulares el previsible oleaje en la Cámara Baja, que se producirá con pocas horas de diferencia. Anote usted en su agenda, en todo caso, el 4 de septiembre, miércoles. Yo diría que habrá noticia. Eso sí, quién sabe si será buena o mala esa noticia. Y así, todo lo que nos queda de Legislatura, sea cuanto sea.