Alfonso Goizueta

Alfonso Goizueta

@alfonsogoizueta

Doctor en Relaciones Internacionales y finalista del Premio Planeta 2023


Anuencia

18/02/2025

Nunca dejó de sorprenderme el apaciguamiento que medios de comunicación, patronal, políticos y votantes hacían de Yolanda Díaz, de quien se ha creado una imagen de laborista dulce y afable que contrasta con la dureza radical de Pablo Iglesias. Más allá del fondo ideológico, en el que no entraré, lo que me deja verdaderamente anonadado es esa suerte de consenso de que Yolanda Díaz es una persona racional, razonable, inteligente y de bagaje. Una estadista, se dice. Pero la realidad es que cada vez que abre la boca, Yolanda Díaz revela su profundísima vacuidad. Y lo peor de todo es que a todo el mundo, también a los periodistas y políticos de la oposición, esto se les pasa por alto. La escena del pasado 11 de febrero en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros no fue bochornosa por el enfrentamiento (seguramente pactado) entre la ministra portavoz del PSOE y la vicepresidenta de Sumar, sino porque ninguna de las dos, ¡nadie en la sala!, se inmutó cuando Yolanda Díaz se contradijo al criticar la tributación del salario mínimo interprofesional (SMI) y al instante anunciar que la medida contaría con la anuencia del grupo Sumar en el Congreso de los Diputados. Diccionario de la Lengua Española: Anuencia. 1. f. consentimiento (acción de consentir). Sinónimos: aprobación, conformidad, beneplácito. Si hacemos caso a la vicepresidenta, Sumar está en contra de que paguen IRPF quienes cobran el SMI, pero cuando dicha medida llegue a las Cortes su grupo lo aprobará, se mostrará conforme, dará su beneplácito. ¡Ignora el significado de la palabra anuencia! Es lamentable que ninguno de los periodistas en la sala de prensa levantara la mano y dijera: «Perdone, vicepresidenta, si Sumar está en contra de la tributación, ¿por qué la medida contará con la anuencia de su grupo parlamentario en el Congreso?». Cómo va el cuarto poder a controlar al poder político si ni siquiera sabe lo que el poder político está diciendo.
A uno se le debería encender la cara de vergüenza, sobre todo si es vicepresidente de un Gobierno, ante semejante metedura de pata. Pero no es el fallo lo que debe causar rubor, sino la manifiesta chulería, la pretensión de usar palabras de soniquete sofisticado para camuflar la nadería intelectual. Si se conoce el significado de la palabra que se usa, entonces se es pedante; y si no se conoce, entonces se es ignorante. Yolanda Díaz se cree estadista (como lo cree mucha gente) y en su cabeza un estadista no debe usar palabras como «rechazo» o «negativa», a la orden del día entre los mortales, sino que ha de emplear términos como anuencia -más elegantes, más inteligentes, más elevados-. La rueda de prensa del día 11 (insisto, seguramente pactada para dar aire a un Sumar que se descalabra en las encuestas) fue esperpéntica en cuanto a las dos cosas que revela: primero, la vanidad irredenta de unos políticos crecidos de sí mismos y convencidos de su inteligencia; y segundo, la ignorancia colectiva de un público que compra palabras vanas (¡y mal empleadas!) porque carece de la capacidad para entenderlas. Yolanda Díaz se pudo plantar en la rueda de prensa del Consejo de Ministros y decir anuencia cuando quería decir rechazo porque no temía que alguien le fuera a llamar la atención, porque confiaba en que igual que ella no conoce el significado de la palabra que utiliza, no lo conozca nadie.
Y lo peor de todo es que tiene motivos para ello. Pilar Alegría (¡ministra de Educación!) podría haberla dejado en evidencia (más que con pataditas bajo la mesa) diciéndole: «le agradezco, vicepresidenta, que a pesar de las críticas comprensibles, la medida vaya a contar con la anuencia de Sumar», pero no lo hizo porque seguramente también ignore el significado. La misma oportunidad ha dejado pasar el PP que, en vez de intentar que Díaz se percate de que el PSOE la utiliza, podría haber atacado a Sumar por ser anuente con la voracidad fiscal del Gobierno hacia los trabajadores que menos cobran. Pero nada… Y anuencia no es ni de lejos el caso más significativo, tan solo el más reciente. Todavía recuerdo la explicación de la vicepresidenta sobre la rivalidad Pablo Motos-David Broncano en una entrevista con la directora de El País, y el rostro pensante y contemplativo, como de quien lee a Schopenhauer, de Pepa Bueno mientras intentaba descifrar el galimatías incomprensible que profería la líder de Sumar. (Busquen el vídeo). 
Estamos acostumbrados a que la ignorancia no reste. No sé si en cualquier otro país sería una vergüenza que alguien del nivel discursivo de Yolanda Díaz fuera vicepresidenta, pero no hace falta que lo sea; debería bastarnos con que lo fuera en el nuestro. Pero le tenemos poco amor a nuestras instituciones, a nuestra lengua, a nuestra dignidad como gobernados. Quizá estemos encantados con que la ignorancia esté instalada en la política; aunque creo que en realidad no nos damos ni cuenta de ello. 

#TalentosEmergentes