Si la reforma laboral pretendía elevar la contratación indefinida, es evidente que lo está logrando y además era prácticamente imposible que no lo hiciera, dadas las nuevas restricciones legales impuestas a la contratación eventual, que hoy por hoy se extiende a uno de cada cuatro asalariados. Pero si la idea no sólo es ganar estabilidad en el empleo, sino empleo a secas, habrá que dar más tiempo para comprobar sus efectos y ver cómo se adapta cada sector. Primero, por despejar la variable de la coyuntura económica, que por supuesto afecta lo suyo, pero también para poder ver en qué medida y con qué consecuencias se van resolviendo las incertidumbres que aún hoy persisten sobre todo en la agricultura o la hostelería, dos actividades muy dadas a contratos ultracortos por refuerzos de temporada, o incluso de fines de semana o jornadas sueltas, tal y como les sucede a los camareros de banquetes («los extras») o perfiles similares.
Por un lado, en el sector agrario hay dudas por la obligación de recontactar por escrito con temporeros fijos discontinuos para la siguiente campaña, ya que debe certificarse que quien no repite lo hace por voluntad propia, para que no pueda reclamar indemnización por despido. Un asunto complicado cuando la gran mayoría procede del extranjero o de otras comunidades, «y a veces siendo más difícil localizar al de Jaén que al de Bulgaria o Rumanía», añaden.
La patronal hostelera Hotuse, mientras, cuestiona la penalización (o cotización adicional a la Seguridad Social) de 26 euros que debe asumir un restaurante, por ejemplo, por cada refuerzo que incorpore con contratos inferiores a 30 días, lo cual «puede acabar haciendo inasumible contratar extras porque compense más quitar mesas»; aparte de que advierte «muchas dudas hasta en la Inspección de Trabajo sobre cómo interpretar las nuevas condiciones».
En UCCL prevén dificultades por la obligación de recontactar por escrito con temporeros fijos discontinuos para la siguiente campaña, ya que debe certificarse que quien no repita lo haga por voluntad propia. - Foto: Rosa BlancoEntretanto, lo cierto es que Segovia ha visto cómo la firma de contratos indefinidos se disparaba en los dos primeros meses de este año hasta duplicar las cifras de ejercicios anteriores, a pesar de que la anunciada extinción de los contratos por obra y servicio no se ha hecho efectiva hasta este pasado miércoles 30 de marzo, que es cuando se cumplían los tres meses de periodo transitorio fijados en el Real Decreto que entró en vigor el 31 de diciembre. En su lugar, como alternativas al empleo eventual más común de las últimas décadas se han dejado dos opciones de contrato de duración determinada (sólo seis meses, aunque ampliables por otros seis si así lo ampara el convenio del sector que corresponda; o 90 días no continuos a lo largo del año), así como contratos de sustitución durante tres meses como máximo mientras se resuelve la cobertura estable del puesto que sea.
Ahora es necesario además que se especifique «la causa habilitante de la contratación temporal, las circunstancias concretas que la justifican y su conexión con la duración prevista», precisa la norma. Y si no, a firmar contratos fijos discontinuos, que ya computan como empleo indefinido y son los que el Gobierno pretende fomentar con la desincentivación de los eventuales por unas condiciones de contratación más complicadas, incómodas y costosas para el empleador.
No en vano, mientras los temporales son indemnizados con 12 días por año trabajado en el momento en el que finaliza su contrato, la extinción de un fijo-discontinuo sale como la de un indefinido ordinario, que oscila de 20 días por año y una anualidad de máximo a 33 días por año y 24 meses de tope, dependiendo de si es un despido procedente o improcedente.
La reforma laboral dispara los contratos 'fijos' en SegoviaCIFRAS. En total, entre enero y febrero de este año se contabilizaron 9.584 contratos en el conjunto de la provincia, de los cuales 1.565 fueron indefinidos. Esta última, una cifra inédita en la serie estadística del Servicio Público de Empleo, que se remonta a 2006 con la metodología actual y que prácticamente duplica las que se venían registrando en esta época del año, nada propicia para el empleo y menos en Segovia, al ser temporada baja para el turismo.
De hecho, enero y febrero de 2021 se saldaron con sólo 631 contratos indefinidos, menos de la mitad que en el mismo parcial ya citado de 2022. Aquel fue un arranque de año extraordinariamente complicado por la tercera ola de la pandemia y las restricciones a las actividades económicas, pero en 2020, aún sin covid en esos dos primeros meses del ejercicio, se contabilizaron 911, así como 909 en 2019, 846 en 2018, 746 en 2017… El máximo histórico estaba en los 1.206 que se contabilizaron en los dos primeros meses de 2007 y el mínimo, en 418 en 2012.
En términos relativos, el 16,33% de contratación indefinida alcanzada entre enero y febrero de 2022 duplica el 8,1% de ese parcial de 2021, 8,14% de 2020, 7,62% de 2019, 8,22% de 2018, 8,29% de 2017… Por poco, pero dentro de la serie citada 2006-2022, sí se alcanzó una mayor proporción de contratación indefinida en 2008 y 2007, cuando en los dos primeros meses de cada uno de esos ejercicios se registraron porcentajes del 16,53% y 16,44%, respectivamente, si bien entonces se firmaron muchos menos contratos temporales en total (7.162 y 7.334, frente a los ya citados 9.584 de ahora).
Cierto también que febrero aún dejó 581 nuevos contratos de obra o servicio, pero es que en ese mes de 2021 fueron 830 y en el de 2020, 953. Y aunque dentro del empleo indefinido son los contratos fijos discontinuos los que más aumentan (169 el mes pasado, frente a 19 y 44 en el mismo periodo de los dos ejercicios precedentes), también se han disparado incluso los de jornada completa (244, frente a 92 y 122), aparte de los parciales (177, frente a 37 y 86).
DUDAS. El presidente de la Federación Empresarial Segoviana (FES), Andrés Ortega, considera que esta última reforma laboral salió adelante con el visto bueno de las organizaciones empresariales CEOE y Cepyme, además de los sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT), porque «era la mejor que se podía hacer teniendo en cuenta las circunstancias». «Pero es evidente que no nos gusta que no haya más contratos eventuales», subraya.
«La figura del fijo discontinuo está bien para empresas que tengan claros los meses y la cantidad de refuerzos que pueden necesitar en cada periodo del año, pero no puede sustituir al eventual cuando hay que afrontar circunstancias que alteran el ritmo normal», continúa Ortega. Además, coincide la incipiente conversión de eventuales en indefinidos por la reforma laboral con la preocupación por la nueva crisis, «así que a ver si no hay despidos ahora». Pero más caros para el empresario, y mejor remunerados para el empleado afectado, teniendo en cuenta que se pasa de los 12 días de indemnización por finalización de contrato eventual a los 20 por año trabajado del despido procedente o los 33 del improcedentes.
Entre las actividades con más dificultades para adaptarse al nuevo escenario destaca la hostelería, donde, como señala el presidente de Hotuse, Jesús Castellanos, la temporalidad es «altísima», puesto que un restaurante puede esperar muchos clientes en Semana Santa y toparse con que una meteorología adversa en vísperas le deja con más camareros que mesas que atender. «Hemos pedido una reunión a Inspección de Trabajo para resolver dudas, pero es que a día de hoy las tienen hasta ellos y no nos aclaran cómo interpretar la ley», asegura. «Tenemos una bolsa de 90 días que nos dejan usar para extras, sí, pero nadie entiende cómo se va a aplicar, así que vamos a ver si esto se empieza a aclarar y empezamos a saber realmente cómo podemos seguir trabajando más o menos como hasta ahora, porque si lo que se pretende es que nos arriesguemos a contratar de forma indefinida con el futuro tan incierto que tenemos, se puede entender que es prácticamente imposible».
Por otro lado, aunque puedan contratar extras 90 días al año, considera «inasumible» tener que pagar un suplemento de 26 euros por cada refuerzo que se contrate ya no sólo por contratos incluso de uno o dos días, sino inferiores a 30. «Muchos tendremos que intentar mantener los negocios con los equipos que tenemos, con nuestros equipos de siempre, que a día de hoy es algo tan duro como decir que es mejor quitar mesas que contratar a gente para atenderlas», sentencia.
Resumiendo, Castellanos cree que con la nueva reforma laboral «le han metido un gol a la hostelería», mientras otros sectores como el agrario, empleados de hogar o minería de carbón se libran de la cotización adicional de 26 euros.
El presidente de UCCL Segovia, Rafael Alfonso Pescador, por su parte, valora que la reforma laboral «puede beneficiar a los trabajadores sin perjudicar a las empresas» de su sector, donde «es una locura la cantidad de empleo temporal que hay», pero a expensas de comprobar la flexibilidad con que se aplica el nuevo marco legal, cuando la propia meteorología puede cambiar de una campaña a otra y alterar los periodos de demanda de mano de obra. Y luego está sobre todo el problema de las dificultades para recontactar con los empleados fijos discontinuos porque, según añaden desde el área técnica de UCCL, ese tipo de contrato ya era muy utilizado en el sector agrario, pero ahora se hace obligatorio demostrar que realmente se le ha intentado localizar antes de prescindir de sus servicios. De lo contrario, si un empleador no deja constancia por escrito de que ha intentado recuperar a un empleado que contratara como fijo discontinuo en la campaña anterior (por burofax o un correo electrónico respondido, por ejemplo), ese fin de relaciones sin aval documental se puede interpretar como despido y generar derecho a indemnización.
¿Cómo lidiar entonces con esas nuevas dificultades cuando la campaña de la planta de fresa llega a generar más de 7.000 contrataciones con mayoría de búlgaros o rumanos procedentes de sus países de origen, o españoles pero de otras comunidades que a veces son incluso más difíciles de localizar que los propios extranjeros? Ahí deja la cuestión UCCL, a la espera de que el tiempo dé respuestas mientras el presente arroja la certeza de un claro aumento de la contratación indefinida hasta haber alcanzado niveles inéditos, al menos, en este milenio.