La fractura del PP de León en sus dos frentes más importantes, la Diputación y el Ayuntamiento de la capital, ha renovado su virulencia en las semanas menos propicias para sus intereses electorales.
En el Ayuntamiento de la capital el enfrentamiento ha venido a cuento de la designación de quién ostentará la portavocía en la oposición. Parece lógico que la voz del grupo popular la tuviese la candidata a la Alcaldía. Al menos eso pensó la interesada, Margarita Torre, que presentó un escrito en el Ayuntamiento, con la firma de sus compañeros, designándose para el cargo. Horas después, Ester Muñoz, presidenta provincial del PP y delegada de la Junta, cabeza de lista al Congreso, respaldaba para el puesto al segundo en la lista de concejales, David Fernández. Aún se presentaría un tercer escrito que dicen de unidad. En el rifirrafe que cabe imaginar, Margarita Torre ha calificado de 'mentirosa constante' a Muñoz. Esta aún no ha entrado al trapo. Explicó a los periodistas que no es el momento, que ahora está en otra cosa, en lograr el mayor respaldo a Feijóo. Lo de Torre, mujer de gran prestigio intelectual en el mundo académico, de pensamiento poco gregario, lo deja para después.
En la Diputación provincial el enfrentamiento tiene más alto voltaje. Ese partido ya se juega en Valladolid: «El berciano Raúl Valcárcel cuenta con el aval del PP nacional, autonómico y provincial para presidir la Diputación de León. Es el mejor». Afirmación rotunda de Mañueco que no amilanó a un sector rebelde que pretende que el sillón del Palacio de los Guzmanes (con el permiso necesario de UPL, en todo caso) lo ocupe el exsenador y alcalde de Almanza, Santiago Vélez. De momento Mañueco ya se ha llevado un revolcón, porque Vélez ha impuesto sus cuatro diputados del partido judicial de León. Muñoz lo ve de otra forma, dice que se trata de una lista de integración. Sí, los vencedores, con la victoria cantada en avales antes de la votación en la sede judicial, añadieron en su lista a tres «oficialistas», como suplentes. La ausencia de un líder carismático explicaría tanto despropósito. Al menos así lo piensan algunos veteranos.