Tiene el cuestionado Gobierno de Sánchez el don de sembrar discordia donde había entendimiento, de crear conflicto donde reinaba la calma, de cabrear a una profesión con la excusa de proteger el interés general –en este caso la salud–, como estamos viendo con las protestas de los veterinarios. Pero también ocurre a la inversa: el discreto ministro de Agricultura, Luis Planas, perfil de ni una mala palabra ni una buena acción esencial para sobrevivir en política, ha logrado poner de acuerdo al Pacma, por un lado, y la Asociación Española de Rehalas, por otro. La realidad supera a la ficción.
Animalistas y cazadores unidos por el amor a sus perros, en apoyo al criterio facultativo del veterinario cuando reclaman sus servicios, sea para un yorkshire enfermo o un podenco herido. Por sentido pragmático. La respuesta social a un real decreto que sobrecarga de burocracia a los clínicos, coarta su libertad a la hora de utilizar antibióticos en animales de compañía e incluye sanciones desorbitadas, está llegando ya a los parlamentos autonómicos. La semana pasada, las Cortes de Castilla y León aprobaron una proposición no de ley en este sentido, presentada por la procuradora del PP y veterinaria Lorena de la Fuente, que al parlamentario Francisco Igea le pareció una necedad de contenido woke, aun cuando reconoció que la normativa es mejorable.
Las biorresistencias creadas por el uso incorrecto de antimicrobianos son una amenaza muy seria para la sociedad. En 2050 este tipo de infecciones, al fallar los tratamientos, provocarán más muertes que el cáncer. España ya suma una media anual de 3.000 personas fallecidas por esta causa. Pero cuando los datos del Ministerio de Sanidad señalan que sólo el 0,2 por ciento de los antibióticos totales consumidos son para animales de compañía, y que en producción animal el descenso desde 2014 es del 70 por ciento, cabe inferir que es un error perseguir a veterinarios –como sanitarios y garantes de la salud pública–, ganaderos y propietarios de mascotas desde una postura intransigente. Para gobernar y legislar hay que escuchar. Democracia elemental.