«Ni una sola palabra, ni gestos ni miradas apasionadas, ni rastro de los besos que antes me dabas hasta el amanecer. Ni una de las sonrisas por las que cada noche y todos los días sollozan estos ojos en lo que ahora te ves». El paso de Paulina Rubio por los juzgados de Segovia este miércoles tuvo mucho de esta canción suya. Durante las más de tres horas que permaneció en el nuevo edificio de Justicia no cruzó palabra con el que fue su marido, Nicolás Vallejo-Nágera, no quiso realizar declaraciones a los medios de comunicación y abandonó el inmueble por una puerta trasera y en un vehículo con los cristales tintados.
Funcionarios, guardias civiles, abogados, procuradores y algunos ciudadanos fueron testigos del 'show' de la cantante mexicana en los juzgados de Segovia. Llegó pocos minutos después de las nueve y media de la mañana en un vehículo conducido por un chófer, accedió al edificio por una puerta reservada en principio solo a menores y su presencia enseguida despertó expectación entre los trabajadores de los juzgados. Algunos ya la esperaban. Hace unos días pasó por allí su exmarido, Nicolás Vallejo-Nágera, por asuntos relacionados con la custodia del hijo que comparten y la asistencia de nuevo de este hacía sospechar su aparición.
Casi toda la mañana la pasó en los largos pasillos del nuevo edificio de los juzgados. Sentada en un banco y acompañada por cinco personas, entre ellas un profesional de su seguridad privada. Este advirtió al redactor de El Día de Segovia que la cantante mexicana no iba a realizar declaraciones y que era mejor «dejarla espacio». «Si ve que estás cerca se va a poner cada vez más nerviosa y va a ser más difícil», advirtió. No fue el único en alerta de manera especial este miércoles. Los guardias civiles que se encargan de la seguridad del edificio avisaron a El Día de Segovia que no está permitido tomar imágenes en los pasillos. «La jueza ha dicho que no se puede en todo el recinto», insistieron.
La cantante abandona los juzgados de Segovia en un vehículo con los cristales tintados. - Foto: N. S.Sin embargo, no hubo impedimentos para que algunos funcionarios se sacaran 'selfies' con la cantante, en este caso sí muy amable. Fue la única concesión de una mañana tensa por el motivo que le había llevado hasta los juzgados de Segovia. Según diversos medios, su hijo no había regresado con ella después de pasar las vacaciones con Nicolás Vallejo-Nágera en otro episodio más del turbulento divorcio que han protagonizado la diva y el hermano de Samantha Vallejo-Nágera.
Ambos se casaron en México en 2007 y se convirtieron en padres en 2010, pero dos años después rompieron su relación y comenzaron una guerra judicial que todavía hoy continúa con Segovia como escenario. Vallejo-Nágera mantiene aún un vínculo muy estrecho con Pedraza, donde su hermana regenta un negocio hostelero. En los días de vino y rosas, Paulina y Vallejo-Nágera se dejaban ver en las fiestas del pueblo segoviano. En la actualidad, como se pudo comprobar este miércoles en los juzgados de Segovia, ponen tierra de distancia entre los dos.
Aguardaron la llamada de la jueza sentados en bancos distintos, a varios metros de distancia y sin mirarse ni hablar. Vallejo-Nágera también rehusó hacer declaraciones a los medios de comunicación, pero mostró una actitud mucho más relajada, arropado por su abogado y sus procuradores. Minutos después de las doce y media del mediodía, tras acceder a la sala de vistas número 1 por segunda vez, salió del edificio por la puerta principal con normalidad. Paulina ni siquiera utilizó la trasera.
La cantante y su séquito recibieron autorización para introducir su vehículo en un garaje inaccesible para el público con el objetivo de que no tuviera que salir a la calle y así evitara ser grabada por la única cámara de televisión que se encontraba esperándola. Un privilegio que fuentes de la Guardia Civil han indicado que no es habitual que se conceda y que no se justifica por la protección de la intimidad de su hijo. Este salió por la puerta reservada a los menores –esta sí visible al público– y se subió a un coche diferente al de la cantante. El periplo de Paulina en los juzgados de Segovia terminó a las 12.45 horas en el mencionado vehículo con los cristales tintados, al que llegó acompañada por dos guardias civiles. Atrás quedaba una mañana de 'show' en la que incluso se pudo ver a uno de sus trabajadores preparando una bebida con una batidora enchufada a la corriente en un rincón de los juzgados.