El Ayuntamiento de Segovia tendrá que encajar en sus gastos de 2023 una factura eléctrica que, según sus propias previsiones, casi triplicará la que venía asumiendo hasta ahora. En 2021 pagó 1,1 millones en luz y durante este año ha mantenido sus tarifas habituales hasta que el pasado verano le ha vencido el contrato que firmó en 2020; y aunque todavía no han empezado a llegar los recibos con las nuevas tarifas, ya sabe cuáles son y que se le está facturando por un coste que, llevado al cómputo anual (ahora que además está preparando los presupuestos municipales del próximo ejercicio), estima que puede rondar los tres millones de euros. Es decir, un sobregasto de casi dos millones (en comparación con el último ejercicio completo) que puede elevarse hasta el entorno de los 2,5 o 3 si se suman las consecuencias de la escalada del resto de energías (carburantes para la flota de vehículos, el gasóleo de calefacción y el gas de las instalaciones municipales). De una factura global de apenas 1,5 millones en 2021 a casi 4 en 2023, más posibles repercusiones en los gastos de los servicios de limpieza y autobuses urbanos, que van aparte al estar externalizados y no se descarta que las adjudicatarias reclamen compensaciones.
Para hacerse una idea del impacto que estas cantidades pueden tener para el Ayuntamiento, puede tomarse como referencia que su presupuesto general anual, en condiciones normales (tomando de referencia la última década), suele dar para capítulos de inversiones de entre cinco y siete millones de euros. Aunque, por otro lado, en la coyuntura actual coincide que cuenta con la inyección extra de los fondos UE que va captando del plan de resiliencia; aparte de la capacidad que pueda tener para ajustar a la baja sus gastos corrientes y paliar así semejante palo a las arcas.
«Al final al Ayuntamiento le toca lidiar con estos gastos igual que a todas las familias, intentando gestionar de la menor manera posible y buscando alternativas para rentabilizar», tal y como reconoce a El Día el concejal de Obras, Infraestructuras y Servicios, Miguel Merino. De momento, cuenta con sacar a concurso de manera conjunta los consumos municipales de luz y de gas para intentar captar propuestas más ajustadas y así reducir costes pero, mientras tanto, la Administración ha quedado expuesta a las tarifas del mercado libre.
Así lleva el gas mucho más tiempo que la luz, pero el pliego de condiciones del contrato para su salida a licitación lleva desde principios de año pendiente del visto bueno del área de Contratación; y dado que se ha demorado todo este tiempo hasta coincidir con el fin del contrato eléctrico, ahora se prevé que ambos salgan en una misma licitación, sin descartarse la opción de que pudieran adjudicarse en dos lotes. No obstante, precisamente el precedente del gas no invita a pensar que estos trámites se resuelvan en pocos meses, por lo que el Ayuntamiento tendría que pasar buena parte del próximo ejercicio en estas circunstancias (las que el mercado libre mande).
UN PALO PREVISIBLE. La factura energética general de Segovia ciudad, reflejada en la de su Ayuntamiento por el alumbrado público, luces y calefacción de colegios y otros edificios de titularidad municipal, flota de vehículos de los distintos servicios municipales y demás, ya empezaba a reflejar en los primeros meses de este año las consecuencias de una desbocada subida de precios que empezó en 2021, sobre todo a partir del último cuatrimestre, y que se agudizó tras la invasión rusa de Ucrania en febrero. Nadie se libra y la casa de todos tampoco, aunque todavía no le afectara entonces como ahora.
De hecho, con los carburantes para transporte, el gasóleo para calefacción y el gas, los efectos sí que fueron inmediatos y el primer trimestre de 2022 ya dejó un gasto de unos 175.000 euros, equivalentes a la mitad de todo 2021 (357.000); pero faltaba el palo de la electricidad, que venía suponiendo en torno al 75% del coste energético total y sus tarifas permanecían estables, ajenas a la volatilidad del mercado gracias al contrato que se firmó con Endesa en 2020 y que expiraba este verano. De ahí que ya pudiera contarse con que a partir de otoño se acusara especialmente la escalada, tal y como se confirma ahora, mientras se sigue trabajando en paralelo por reducir el consumo para paliar el sobregasto por distintas vías. Desde la renovación de la climatización de edificios municipales con sistemas obsoletos como el de la propia Casa Consistorial, donde ya desaparecieron los viejos calefactores que usaban los empleados para compensar la falta de confort en sus puestos y elevaban los costes; hasta el paulatino cambio a led del alumbrado público; pasando por la retirada de los vehículos más viejos con la progresiva renovación del parque móvil municipal, que se espera completar en cinco años; o incluso pequeños detalles que también cuentan, como la incorporación de cuatro bicis eléctricas a finales de 2021 que utilizan sobre todo empleados de Urbanismo, principalmente, para el trayecto que solían hacer en coche de la Plaza Mayor a su sede en la carretera de Palazuelos.
La primera fase de renovación de la instalación de climatización de la Casa Consistorial se abordó en 2020 con algo más de 130.000 euros. Se centró en las dependencias más modernas, donde están los empleados, con una previsión de ahorro energético del 40%; y actualmente se está haciendo lo propio con la segunda y última fase, con un presupuesto similar y centrada en la parte noble del edificio (el antiguo Salón de Plenos, la Sala Blanca, etcétera).
Por otro lado, el Ayuntamiento se presentó en mayo a una convocatoria de fondos UE para intentar financiar de ese modo la renovación de la climatización de La Alhóndiga y la Casa de la Moneda, pero hace sólo unas semanas que el Ministerio ha respondido con una resolución desfavorable, al no otorgarle la puntuación necesaria a los proyectos planteados.
Asimismo, las inversiones en renovación de alumbrado público ascendieron a unos 300.000 euros en 2020 y 700.000 en 2021. Unas cantidades que facilitaron el cambio a led de la iluminación de la Plaza Mayor, el vial de acceso a la estación del AVE (en este caso con placas solares), la colonia de Pascual Marín (La Albuera), la carretera de Valdevilla, la de San Rafael o las calles del barrio de San Marcos, donde también se incluyó a mayores la iluminación de la alameda de la Fuencisla, que ni siquiera tenía. Ya sólo por la potencia instalada se estimaba una reducción próxima al 60%, pero eso haciendo la comparativa en igualdad de condiciones, cuando ahora las tarifas no tienen nada que ver, y con menos consumo se termina pagando mucho más.
«Este año (con previsión de invertir en alumbrado unos 500.000 euros)) hemos apostado por la renovación de los centros de mando de la red, que es algo que va a ver menos el ciudadano», advierte Merino, dado que la iluminación no cambia por eso, «pero se va a notar mucho en cuanto a la eficacia de los sistemas, en cómo resisten determinadas embestidas de las averías de Unión Fenosa, o incluso por pérdidas de energía mejor controladas o dominadas». Salvando distancias, con estas instalaciones sucede como con las necesarias renovaciones de tuberías de abastecimiento y saneamiento, todo un tesoro enterrado bajo nuestros pies, en la medida que cuestan más que las reformas viarias superficiales, pero resultan menos agradecidas, salvo cuando revientan y dejan sin agua a los hogares afectados.
CIFRAS. Entrando ya en cifras de gasto, lo cierto es que la factura energética global del Ayuntamiento de Segovia (luz, gas, gasóleo de calefacción y carburantes de transporte) se quedó en 1.527.000 euros en 2021, menos que en 2020 (1.624.000) y sobre todo que en 2019 (2.090.000), según la información facilitada por la Concejalía de Obras, Servicios e Infraestructuras. El ahorro alcanzaba así los 563.000 euros si se compara 2019 con 2021, y la clave estuvo sobre todo en la factura eléctrica, que bajó en 530.000 euros durante ese periodo (1.700.000 en 2019, 1.320.000 en 2020 y 1.170.000 en 2021).
No en vano, Segovia tuvo que pagar en 2019 un precio especialmente alto por la luz debido a que el concurso lanzado en 2018 para adjudicar ese suministro quedó desierto. Se presentaron las tres principales compañías, Iberdrola, Endesa y Gas Natural, pero con propuestas económicas que rebasaban el precio máximo fijado entonces por la Administración en 1,2 millones más IVA, lo cual hizo inviable la opción de adjudicárselo a la oferta menos mala, y de ahí que se terminara asumiendo un precio estándar peor del que se pudo haber obtenido en otras circunstancias.
Al final se pagaron los ya citados 1.700.000 euros en luz en 2019, cantidad que ya se pudo reducir a 1.320.000 en 2020 y a 1.170.000 en 2021 gracias a la adhesión del Ayuntamiento a la central de contratación de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), que gestionó el proceso de manera conjunta para entidades locales de distintos puntos del país interesadas en tal iniciativa. Y así se lograron unas tarifas más competitivas a las que, ya en 2021, se sumó la reducción del IVA aplicada por el Gobierno a los contratos de suministro de menos de 10 kW.
Pero ahora que ha llegado la actualización de tarifas eléctricas, las compañías del sector ya se han desmarcado de la posibilidad de concursos como aquel promovido por la FEMP, según Merino, y toca lidiar con una previsión de sobregasto de casi dos millones en luz que puede rondar los 2,5 o 3 millones anuales contando el resto de energías.