La mujer que sobrevivió a tres paradas cardiorrespiratorias

Nacho Sáez
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"He vuelto a nacer", dice María José García Lorenzo, que estuvo a punto de fallecer el 31 de diciembre por un tromboembolismo.

María José García Lorenzo, hace unos días en los Jardinillos de San Roque. - Foto: Rosa Blanco

Lo vivido por María José García Lorenzo tiene todos los ingredientes para una de esas películas de sobremesa de Antena 3 en Navidad. Una Nochevieja truncada por un grave e inesperado problema de salud, la vida de una mujer de apenas 42 años en peligro, un paso por la UCI en estado grave y un traslado a planta como regalo de Reyes. «Siento alegría. Siento que hay que vivir, que hay que disfrutar, que no nos podemos perder cada cosa que nos pasa, que cada día es maravilloso, que el sol, la lluvia y la nieve son maravillosos... Porque hoy estás aquí y puede que mañana no», dice su protagonista.

Todo podría haber cambiado para ella y su familia el pasado 31 de diciembre. O quizás cambió efectivamente aunque para bien. «Llevaba un año con la mochila muy cargada de preocupaciones y me he dado cuenta de que no merece la pena», remarca. Su relato de lo que le ocurrió se basa sobre todo en los informes de los médicos ya que no recuerda casi nada. «Soy asmática pero llevaba un mes de diciembre bastante agobiada con el asma. De hecho había ido a urgencias dos días, el último el día 30, la víspera de lo que me pasó. Las urgencias estaban súper saturadas y me dijeron que era el asma, así que aumenté un poco la saturación y me fui para casa», comienza.

Había tenido Covid-19 unos días antes y ya tenía casi decidido no ir a celebrar la Nochevieja con sus padres, su hermana, su cuñado y sus sobrinos, pero no se podía imaginar lo que iba a pasar. «El día 31 me desperté normal. Me puse a ver el móvil un poquito, a leer mi libro de Elisabeth Benavent... Y es lo último que recuerdo. Tengo dos niños. La niña de seis se había venido a la cama con mi marido y conmigo así que yo me fui con el otro un ratito. Me puse a editar el típico  vídeo de Instagram que resume tu año pero ni me acuerdo. Por lo visto me levanté y pedí auxilio a mi marido, que fue mi primer ángel de la guarda», rememora.

 Junto a los trabajadores de emergencias que la atendieron. Junto a los trabajadores de emergencias que la atendieron. - Foto: DS

Su llamada al 112 y la rapidez de los servicios de emergencia en llegar a su casa en Hontoria le salvaron la vida. «Tardaron seis minutos, que es flipante, pero ahí comenzó toda la odisea. Iban por una insuficiencia respiratoria... Es que ya me he leído el informe. Durante los primeros días no quería saber nada». Coincidiendo con la llegada de la ambulancia a su casa perdió el conocimiento. «Yo creo que lo tenía ya perdido de antes. Y bueno, estaba con una saturación de menos 50, tuve una parada cardiorrespiratoria de dos minutos, otra de seis minutos... Terrible».

Tuvo una tercera parada cardiorrespiratoria en la ambulancia, pero de las tres la consiguieron sacar los servicios de emergencia. «En la ambulancia me salvaron la vida porque ahí decidieron ponerme lo que te ponen para anticoagular. Tenía un infarto pulmonar provocado por un coágulo de sangre provocado a su vez porque tenía Covid-19 y porque tomaba la píldora desde marzo porque tengo ovarios poliquísticos. En Valladolid me dijeron que era el trombo más grande que habían visto», destaca. La gravedad de su dolencia exigió que fuera trasladada al Hospital Clínico de Valladolid, en cuya UCI estuvo dos días y medio. «Ya vieron que que se estaba disolviendo el coágulo, que estaba todo bien y me trajeron a Segovia. Aquí estuve en la UCI otros tres días, luego en planta y el día 16 me dieron el alta. Ha sido un susto enorme. Los sanitarios del 112 me han dicho que estuve muerta tres veces. Cuando te dice eso un médico piensas: '¡Madre mía!'. Me contaron que solo pensaban en sacarme viva de mi casa porque estaba en una situación... Cuando te pasa eso y el día 16 ya estás tranquilamente en tu casa, te sientes muy afortunada. He vuelto a nacer».

Mientras lo cuenta está presente su padre, que no puede evitar emocionarse. «¡Es que nadie sabe la hija que tengo! ¡No puede ser más buena!». Esta segoviana de adopción -es de la localidad madrileña de Villalba pero se casó con un segoviano y sus hijos han nacido en Segovia- contagia vitalidad. «Estar siete días en la UCI te deja KO. Las manos, por ejemplo, todavía las tengo súper débiles, pero no tengo casi secuelas. Porque los médicos tenían miedo después de haber estado tantos minutos en parada. Sí que tengo algunas pesadillas. Los primeros días por la noche pensaba que no iba a saber respirar. Y de la UCI me acuerdo que mi marido me decía que abriera los ojos si quería que me cantara tal o cual canción y los abría... También cuando me ponía vídeos de mis niños mi hermana, que me ha dicho que yo sabía que ella me estaba dando la mano. Es que la mano de mi hermana la reconocería entre un millón de personas».

Tras salir del hospital, el reencuentro con sus hijos fue uno de los momentos más emotivos. «Valentina me dijo que estaba segura de que iba a volver, pero mi hijo Noah -que es más mayor- le mandó un mensaje a una amiga a través del Teams contándole que me había desmayado. Y  ha pasado miedo. Cuando un hijo te dice eso, solo piensas: 'Menos móviles, quiero estar todo el rato con vosotros'», resalta, al tiempo que se deshace en agradecimientos a su familia, a sus amigos, a todos los sanitarias que la han tratado tanto en Valladolid como en Segovia: «Yo conozco casos que desgraciadamente no han salido tan bien como el mío. Soy una afortunada».

«¿Cómo es estar cerca de morir? Soy creyente, tenía que haber visto la luz. Pero no vi nada. Mi marido me vacila con que no he visto la luz porque si hubiera visto a mi abuela me habría ido con ella. Siempre he dicho que es mi ángel de la guarda. Ahora no es que haya perdido el miedo a morir, pero quiero disfrutar a tope lo que hay aquí. Pero como mi gato me vuelva a mirar raro me voy directa a Urgencias porque el día antes me miraba muy raro», se ríe. Pura alegría para disfrutar de su segunda vida.

EL REENCUENTRO CON SUS SALVADORES. Desde que le dieron el alta en el Hospital General tuvo claro que quería conocer al equipo de emergencias (en la foto) que acudió a su casa ese 31 de diciembre que ya no olvidará jamás. «Mandé un correo a la Gerencia de Sanidad y me contestaron que, por política de protección de datos, no me podían dar los nombres de las personas que habían intervenido pero que les trasladaban el agradecimiento de mi familia y el mío. Pero yo dije que tenía que conocer a mis cuatro ángeles de la guarda, porque es lo que son, y me fui a la base de las ambulancias de Hontoria. Y ya les conozco pero todavía tengo que ir un día que estén los cuatro juntos: Pablo, que es el médico; Marcos. el enfermero; y los técnicos, Rodrigo y Javi. Es que les estaré agradecida toda la vida. El otro día me decían que no hay mucha gente que vaya a verlos. Para mí ya son parte de mi familia, parte de mi vida. Gracias a ellos estoy aquí, les pondría un altar», subraya María José, que disfruta ahora de cada momento como si hubiera vuelto a nacer. «Muchas cosas las estoy viviendo como si fuera la primera vez, mis padres se han venido conmigo a Segovia para que no esté sola en ningún momento, estoy recibiendo un montón de visitas de amigos... Estoy eufórica, hay que disfrutar».