Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Migrantes trabajadores

16/08/2024

Antes de que comenzara la temporada, la Asociación Turística de Restaurantes de Llanes, una de las principales localidades turísticas de Asturias solicitó que se realizara una regularización de migrantes, "porque ellos quieren trabajar y nosotros queremos contratar". No hay que equivocarse, no querían un "papeles para todos", sino que se agilizara la legalización de los vecinos extranjeros que ya viven en el concejo y que utilizan los servicios sociales. En muchos locales de hostelería se ve estos días que tienen que reducir su oferta por falta de trabajadores cuando hay migrantes que están ahí a la espera de la regularización de su situación para poder trabajar sin problemas para ellos y su empleador. 

En un cajón del Congreso duerme la iniciativa legislativa popular que pide la regularización de 500.000 extranjeros que se encuentran entre nosotros, que podrían paliar la falta de trabajadores en muchos sectores. Las consecuencias positivas en materia económica y de inclusión de la anterior regularización realizada por el gobierno de Rodríguez Zapatero fueron tan evidentes que no hay por qué dudar que un nuevo proceso no tuviera resultados similares. 

Los datos publicados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones sobre la ocupación de los trabajadores extranjeros en nuestro país son reveladoras y sobre todo sirven como ariete contra las posiciones xenófobas y racistas de la ultraderecha, que a veces se contagian al principal partido conservador, cuando se trata de relacionar inmigración y delincuencia sin tener en cuenta su aportación al desarrollo económico y social de todos. El número de cotizantes extranjeros a la Seguridad Social representa el 13,5 del total y hay cerca de tres millones trabajando, lo que les sitúa en niveles históricos. El Banco de España señala que el 78% de los extranjeros en España están trabajando, una proporción más alta que en países que tienen un mayor número de inmigrantes como Francia, Italia o Alemania. Que en hostelería, el 29% de los empleados sea extranjero y el porcentaje suba al 33% en la agricultura y al 45% en los trabajos del hogar, demuestra el tipo de trabajos que ocupan y el cinismo social cuando se trata de vincular inmigración y paro.

Nadie cuestiona que la llegada de migrantes a España tiene que ser regular y controlada, que es preciso frenar la salida de migrantes en origen mediante el incremento de la cooperación internacional -¿qué fue del 0,7%?- o realizar acuerdos para su regreso. Pero eso no es óbice para regularizar la situación de los que están entre nosotros y aceptar que siempre habrá un efecto llamada porque no sirven las barreras para quien huye de la miseria, el hambre y la guerra. Y más, cuando la inmensa mayoría lo que quiere es trabajar.