Vicente González Eguren, profesor titular de Producción Animal en la Facultad de Veterinaria de León y estudioso del lobo ibérico, aseguraba en 2021 que la llegada de la especie a la Comunidad de Madrid era algo inminente. Entonces ya había incursiones puntuales en la vertiente sur de la sierra de Guadarrama, mientras que ahora se puede hablar de cuatro o cinco manadas. Los ataques a la ganadería de la zona son una tónica general en el último año. De seguir así, pronto alcanzarán hacia el sur el monte del Pardo.
De ahí que la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, esté preocupada por los daños a los ganaderos. Ha incrementado las ayudas para mastines, pastores eléctricos y collares GPS, y ha reclamado al Gobierno central que permita su caza controlada, con el fin lograr el necesario equilibrio entre fauna y actividad pecuaria. En este punto se formó el alboroto y ha empezado el tiroteo dialéctico. Sin ir más lejos, PACMA entiende que esa petición demuestra una «alarmante ignorancia» y supone una «incitación al odio». Está comprobado que hablar claro, defender la libertad de mercado y ganar elecciones por mayoría absoluta, sin la lacerante necesidad de arrastrarse ante nacionalistas golpistas, no gusta a determinadas minorías intolerantes y, a menudo, alejadas de la realidad.
El presidente nacional del partido animalista, Javier Luna, considera que esas palabras incitan al «exterminio» del cánido. Porque en su Arcadia feliz entre Bambi y el Oso Yogui, la caza persigue eliminar especies por sistema, y no gestionar poblaciones que crecen en exceso por carecer de depredadores naturales. Pero hay más en este discurso acientífico de tosca demagogia, de manipulación escandalosa. PACMA señala que el lobo no ataca por placer pues su territorio natural «está siendo destruido y sus recursos alimenticios eliminados por la actividad humana». Antológico. Su expansión por diferentes ecosistemas es consecuencia directa del abandono del campo, con menor presión humana y mayor disponibilidad de alimento, ya sea ganadería extensiva o ungulados como jabalíes, corzos o ciervos, y al blindaje legal que lo protege. Entre los bulos de nuestro tiempo afloran también falacias lobunas.