El objetivo de contención de la inflación en la zona euro, a pesar de la ralentización del incremento de precios que se viene percibiendo, se aleja del objetivo inicial a largo plazo de alcanzar el dos por ciento. No en vano, había una previsión de que esta descendiera hasta el 5,4% al finalizar 2023, que se quedara en el 3% al terminar 2024, y que en 2025 la tasa estuviera en el 2,2%. Nada más lejos de la realidad. A pesar de las medidas tomadas, esta previsión se ha incrementado en un punto, y no facilita una tregua deseable, especialmente por los ciudadanos.
Europa no va al ritmo de Estados Unidos, donde el precio del dinero es superior al marcado por la zona euro tras la subida de este jueves de 0,25 puntos, alcanzando el 4%. Ni siquiera el incremento previsto para el próximo mes de julio de otros 0,25 puntos rozará el nivel que ha marcado la Reserva Federal estadounidense (FED). Así, la FED anunció hace dos días una pausa con los tipos entre el 5,2% y el 6% para comprobar los efectos de su política sobre la economía tras quince meses de endurecimiento monetario.
Lo cierto es que la inflación está impidiendo que el ritmo de crecimiento de la economía de la Unión Europea adquiera la velocidad de crucero deseada, ya que se están dedicando recursos productivos a la búsqueda de mecanismos que puedan hacer frente y luchar contra el encarecimiento de precios. En este contexto, hay una desmotivación de la inflación justo cuando se había toma una senda de crecimiento después de superar la crisis sanitaria.
En algunos aspectos, se ha retrocedido a la situación económica de 2008, aunque, afortunadamente, con un sistema financiero más fortalecido, a pesar de algunos casos esporádicos que se han venido conociendo en los últimos meses, que han despertado los peores temores para la economía. Hace unos meses existía un riesgo latente de que el progresivo encarecimiento del dinero podría llevar a la quiebra a más entidades financieras, pero según avanza el tiempo, y a pesar de la incertidumbre y las dudas que sigue despertando la situación económica, esto en concreto parece una asignatura superada.
Afortunadamente, la situación se puede seguir haciendo frente, más allá de que las condiciones de las entidades bancarias se estén endureciendo para la concesión de créditos, y de la subida de las cuotas hipotecarias con tipo variable de buena parte de la ciudadanía. Pero no hay que olvidar que una elevada inflación mantenida en el tiempo, como ya viene sucediendo, pone a las familias en jaque. Y a la clase media, que representa el grueso de la población, al menos en España, le supone una merma continuada de poder adquisitivo. Son argumentos de sobra para justificar las medidas que avancen hacia la contención de la inflación.