Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Juventud y violencia de género

11/12/2023

Con ocasión de la reciente celebración (tómese la expresión en un sentido estrictamente objetivo de conmemoración, pues el asunto conmemorado no tiene nada de celebración) del Día contra la Violencia de Género, se ha hecho público un estudio de los que realiza el Centro Reina Sofía FAD sobre los problemas de la juventud. Los datos principales que se divulgaban me parecieron tan alarmantes, que busqué los resultados más completos del estudio, y tal vez no debí hacerlo, porque su conocimiento me hizo pasar de la alarma a la estupefacción.
Resulta que, a la vista del citado estudio, el 87% de los jóvenes afirmaban reconocer casos de violencia de género en su entorno más cercano, llámese familiar, del grupo de amigos, compañeros escolares, etc. Si eso es así, quiere decir que la extensión del fenómeno es verdaderamente preocupante, aunque luego lo que trascienda sean los casos de violencia más extrema, que son los que, por desgracia, ocupan espacio en los medios de comunicación con una frecuencia indeseable. Pero, a la vez, un 23% de los encuestados varones estaban convencidos de que la violencia de género no existe realmente, hasta el punto de que la consideraban un «invento ideológico» (sic); entre las muchachas encuestadas ese porcentaje descendía hasta el 13%. Pero es que, cuando se hizo el estudio anterior, en 2019, entre los chicos tal convicción la expresaba un 13% y entre las chicas un 5,7%. Lo que quiere decir que prácticamente se ha duplicado en 4 años el porcentaje de los que sostienen esa afirmación. Llaman notablemente la atención algunas de las afirmaciones que recogía el estudio como respuestas directas: «siempre ha sido así, siempre ha habido violencia de género y es inevitable que la haya»; «es algo habitual en la pareja»; «si la violencia de género es de poca intensidad, no es tanto problema», etc.
De manera que esas prácticas que tanto se comentan (el control de mensajes telefónicos, las actitudes de dominación, las reacciones de presión o acoso, etc.) vienen a ser una especie de manifestaciones externas de una situación más de fondo verdaderamente alarmante, que debe tomarse muy en serio, en las familias, en las escuelas, en la sociedad, antes de que se agrave todavía más.