Todavía estoy bajo el impacto del libro de Jonah Goldberg Liberal Fascism. No sé si me irrita más lo que cuenta o descubrir el nivel de manipulación histórica que disfrutan ciertos iconos políticos. Qué poco se valora la libertad individual al aceptar cederla a un Estado y sus burócratas que invaden nuestra esfera privada. Definirse como progresista abre las puertas a cualquier acción política porque nadie pregunta la dirección del movimiento ni reflexiona sobre las consecuencias nefastas de dichos actos. Es la nueva religión del momento.
Coinciden varios hechos dispersos en el planeta que nos recuerdan a la lucha de las ideas. La implosión de Venezuela nos demuestra las consecuencias de políticas económicas erróneas y el castigo de la corrupción. La izquierda europea guarda un silencio culpable al saber que era su sueño dorado. Nos dirán que ha sido la presión de Estados Unidos o la incompetencia de los dirigentes, cuando sería más fácil asumir que el problema es intelectual y de principios. El cuerpo torturado del capitán de corbeta Rafael Acosta nos acompaña.
En otro lugar, Irán vuelve con su aventura nuclear. La economía se desangra y el pueblo sufre, pero los dirigentes prefieren mostrarse como una amenaza militar creíble a ser un país próspero. La Unión Europea se resiste a aceptar que es el socio equivocado. España se ha pegado un tiro en el pie al proponer para la diplomacia europea a un político conocido por su insensibilidad hacia Israel. Josep Borrell va a ser un motivo de fricción permanente con Estados Unidos y lo grave es que el gobierno no parece consciente del peligro.
Otro submarino accidentado y 14 muertos más que añadir a la mayor gloria de Rusia. En esta ocasión el gobierno ha sido rápido en demostrar su preocupación por el bienestar de los militares. Pese a ello, desconocemos qué actividad secreta estaban haciendo y la imagen de modernidad del Ejército se ha ido al traste.
Una ciudad de 7 millones de habitantes ha dicho basta. Tienen dinero y viven infinitamente mejor que sus compatriotas del continente, pero no se fían del Partido Comunista Chino. Solo quieren defender sus libertades. Me temo que el Gobierno no dudará en aplicar la fuerza que solo una dictadura puede desplegar. El miedo a que se extienda el anhelo de libertad es inaceptable para ellos.
Europa sigue mirándose el ombligo sin percatarse de lo que pasa alrededor. No va a acabar bien.