Cada vez que se le pregunta por sus planes de futuro Isabel Díaz Ayuso responde que su proyecto se llama Madrid y siempre Madrid. Sin embargo Ayuso no ha conseguido quitarse de encima el sambenito de que su aspiración es ocupar La Moncloa, y el primero que "compró" esa idea fue el dúo Casado-García Egea.
Pablo Casado fue quien impulsó a una casi desconocida Isabel Ayuso al designarla candidata al gobierno regional y conseguir la presidencia. Pero sufrió un ataque de pánico cuando, tras una maniobra traicionera de Ciudadanos, Ayuso convocó elecciones inmediatamente y las ganó por mayoría abrumadora. Se convirtió en la mujer más potente del PP, y Casado se empeñó en que trabajaba para destronarle de la presidencia del partido.
La lucha fue a muerte y la perdió un Casado que sumó sucesivos errores. Primero se negó a que fuera la presidenta regional del partido. Cuando Ayuso insistió en ocupar ese cargo porque lo asumían todos presidentes del gobierno regional, el empecinamiento de Casado en no aceptarlo dividió al PP madrileño en dos, lo que provocó incluso el declive del alcalde Almeida. Fue tan enconada la lucha por borrar a Ayuso del mapa, que finalmente la propia dirección del PP, toda ella casadista, se revolvió contra su jefe. Resultado: Casado perdió la presidencia del partido y Feijóo aceptó presentar su candidatura en un congreso extraordinario.
En la nueva etapa, Feijóo ha contado con el apoyo incuestionable de Isabel Díaz Ayuso, con la que además las relaciones personales son de plena confianza. Estos días, con el inesperado resultado del 23 de julio, en el que Feijóo ha tenido un gran papel pues ganó las elecciones y sumó un número considerable de escaños pero no los suficientes para convertirse automáticamente en presidente de gobierno, de nuevo las especulaciones giran en torno a Isabel Ayuso, con cábalas sobre si puede o no puede ser la sucesora.
Cábalas que dicen poco de la seriedad con la que hacen política algunos miembros del PP. En vez de crecerse ante las dificultades y decir que van a pelear para que Feijóo pueda ser presidente ahora, en nuevas elecciones, o cuando Sánchez se vea obligado a acortar la legislatura si se le hace ingobernable, salen voces que dan por vencido a un Feijóo que sin embargo parece dispuesto a dar la batalla , y miran hacia Díaz Ayuso.
Ella repite que su apuesta es por Feijóo y por conseguir que sea presidente del gobierno aunque en este momento la situación sea complicada. Ni un momento ha dado la menor señal de que aspire a ser la sucesora de Feijóo, o quiera competir con cualquier otro candidato del PP a la presidencia del gobierno. Ni una señal. Pero le persigue el sambenito de que en su ambición desmedida no se conforma con Madrid.
Cuidado. Con frecuencia los no señalados suelen ser los que, escondidos, más maniobran para hacerse con el poder.