Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Tierra de Campos

20/02/2025

Tierra de Campos es nuestra Acrópolis, o la Meca, nuestra Filadelfia fundacional y radical. (Los 206 municipios de León, Zamora, Valladolid y Palencia, donde aún viven más de cincuenta mil personas, la mitad que hace 70 años, tienen una densidad de población de 8 habitantes por kilómetro cuadrado). Los "riosecos", "carriones", "sahagunes" y un largo etcétera son ahora objeto de un nuevo plan de Fomento Territorial que aspira a mover 90 millones de euros de dinero público (Junta y Diputaciones) más dinero privado.

Somos Tierra de Campos, aparvados tras la trilla del tiempo, bieldados por el paso de los  consecuencia generacional de quienes todo se lo debían a la tierra que pisaban, labraban, en la que casaban y morían, saliendo de ella, llegando a ella a golpe del gario de la muerte. Y esa Tierra de Campos, en efecto, merece nuestra atención.

Más allá del dinero y de la coyuntura, la vieja Tierra de Campos tiene lo más importante: un espacio para construir sueños. Este es el germen de todo proyecto. Además, esa prometedora laboriosidad de la gente callada y la naturalidad con la que las personas sencillas acometen los problemas complejos. Y puesto que los hombres se hacen y las montañas están ya hechas, como observó Delibes, es tiempo de reanudar el compromiso para la creación de las nuevas generaciones terracampinas.

Este plan no es el primero ni, espero, sea el último, pero conviene que lo sigamos y lo persigamos, poniéndolo de "moda", incorporándolo a nuestras conversaciones y ambiciones colectivas, usándolo en definitiva con la prodigalidad astuta de quienes sabemos que nos va mucho en la recuperación de esta importante comarca de la comunidad. Inmovilizando el escepticismo con que solemos agostar las iniciativas ajenas entre nosotros y exigiendo que lo que han prometido quienes lo han diseñado sea una realidad y no solo una entelequia confortablemente soportada por los papeles.

No sólo las metrópolis tienen oportunidades, antes al contrario, pongamos de moda la reivindicación de lo pequeño como sinónimo de excelencia. Visto así, en el ámbito de las oportunidades y no de los problemas, la vieja tierra de Castilla se nos aparece como un ámbito promisorio.