Sergio Perela

Gabinete del Dr. Freeman

Sergio Perela


El agridulce sabor de la élite

27/07/2024

El pasar de los años estropea muchas cosas. En realidad lo estropea todo aunque ofrezca poso. En el inicio del verano encontré en el supermercado una caja de seis helados que, en una época de mi adolescencia, me encantaban. Fue volver a probarlos y darme cuenta de que otro buen recuerdo se acababa de esfumar igual que los amores de verano. Con esas ganas, con las que siempre me produce el baloncesto, fui al Pedro Delgado a ver a las tres selecciones del triangular pre-Juegos Olímpicos. Y todavía no me quito el poso agridulce.

Para el maltrecho baloncesto segoviano ha sido un regalo tener aquí, al alcance de la mano, a las jugadoras de la selección española. Además, ellas se han comportado con mucha naturalidad, yendo y viniendo del hotel al pabellón para los entrenamientos caminando, un elemento más del paisaje de la Nueva Segovia. Y ya verlas sobre el parqué, compitiendo con equipos más que potentes como Australia y Canadá en un torneo amistoso pero de empaque; los últimos minutos antes de jugárselo todo el París, de alguna forma nos ha retrotraído a aquellos momentos de gloria que el Pedro Delgado tuvo la suerte de vivir con el fútbol sala como protagonista. Mi hermano, que fue recogepelotas en uno de aquellos éxitos, sigue guardando con cariño la camiseta. Sin embargo, no tengo claro si el recuerdo de estos tres días va a ser tan grato, tan dulce, pasado el tiempo.

El calor ha tenido parte de culpa. El Pedro Delgado no es un pabellón pensado para ciertas temperaturas. Queralt Casas, antes del primer momento de atención a los medios, se acercaba a los micrófonos sonriendo mientras sudaba sin haber llegado a entrenar, porque le habían dicho los operarios que ya iban a encender el aire. Entonces, los que sonreímos por dentro fuimos los que sabíamos que ese aire, si algún día existió, no había terminado de funcionar nunca. Claro, la evidencia ha sido tan patente que la pista se ha rodeado de aparatos enormes de aire acondicionado para que las jugadoras pudieran respirar. Las jugadoras, no el público, que se debatía jugada sí, jugada no, entre aplaudir o abanicarse. Sin hablar de la imagen que es que tras los banquillos no se vea otra cosa que dichos aparatos como remedio casero a un mal mayor.

Otra cuestión interesante es la de las entradas. Su reparto. En entrevistas previas se habló de lleno hasta la bandera. Y no. El partido que más público congregó fue el tercero, el España-Canadá. En el primero, el que enfrentaba a España y Australia, podríamos hablar de tres cuartos con generosidad. Y en que se midieron las dos selecciones foráneas, mucho menos de la mitad del aforo. Sin embargo, cuando días antes se intentaban adquirir dichas entradas por la web federativa, aparecían seis o siete para cada partido. Claro, luego uno recopila información y sabe que ciertas entidades bancarias tuvieron invitaciones y otras empresas, también. Si se dieron dichas dispensas, lo lógico es que los clubes de baloncesto de formación hubieran tenido. Pues no. Algún club recibió dos invitaciones y compró entradas por su cuenta. Entonces, ¿cómo ha sido ese reparto? Y, siguiente pregunta, ¿qué retorno existe? Porque se nos dijo que sólo con la venta de entradas ya se recuperaría la inversión, pero no había más que abrir los ojos para sentir que faltaban hilos para llegar a una explicación convincente.

Recopilemos pues: el baloncesto muy bien, la instalación está mayor y no es adecuada y el tema de las entradas ha estado lejos de permitirnos saber si se ha hecho bien o si hay retorno. Hablemos de otro pequeño detalle, no tan pequeño. Desde prensa de la Federación no habían mostrado el interés por tener ni un solo contacto de medios de comunicación locales. Ese tema de la repercusión les daba un poco igual. Y, además, se dijo de aquella manera que una tarde se iba a abrir el entrenamiento para el público segoviano. Ese día, la Federación local no tenía noticias y cuando supo que habían acudido menos niñas que jugadoras, entró en cólera. Del roce local, poco. Igual que el autobús del Atleti aparcando en la puerta de José María sin permitir el más mínimo contacto con la afición segoviana. El deporte de élite pasa por aquí como los objetos no identificados por nuestro imaginario colectivo.