Pese a que las elecciones generales están aún lejanas, si se da por bueno que se acabará la legislatura, las encuestas que se realizan cada mes para pulsar la intención de voto de los ciudadanos representan un problema para el PP, porque todas ellas le sitúan lejísimos de una hipotética mayoría absoluta y le otorgan en torno a los 150 escaños, alguna unos pocos más por encima y otras la misma cantidad por debajo, lo que supone que para tener un gobierno estable necesitaría pactar con Vox y contar con sus treinta o cuarenta escaños, que también aquí varían según los medios y las circunstancias.
Esas encuestas demuestran que el PP tiene un problema, que no despega lo suficiente y que tampoco se hunde el PSOE, que podría perder media docena de escaños, un déficit muy corto después de los años de gobierno y de las cesiones a los partidos independentistas y nacionalistas. El menor de los problemas dentro del capítulo de las encuestas es el barómetro mensual del Centro de Investigaciones Sociológicas, dirigido por el antiguo miembro de la Ejecutiva socialista, Félix Tezanos, que da al PSOE más de cinco puntos de ventaja sobre el PP, que contraviene el consenso de las encuestas y que falla en sus pronósticos cuando se compara con los resultados electorales.
Al PP le salva que, salvo para el CIS, las posibilidades de que se pueda reeditar un gobierno de coalición son mínimas mientras Sumar no remonte y se mantenga la separación con Podemos -afectado por el 'caso Monedero'-. Con un proceso de unidad, que está muy lejano, tendrían alguna posibilidad de mantener el tipo. Sin embargo, las previsiones de aumento del gasto en defensa suponen un nuevo terremoto en el espacio de la izquierda que puede contribuir a aliviar el problema del PP.
Otro término de la ecuación que no acaba de ofrecer un resultado positivo para el líder del PP, es Carlos Mazón. El presidente valenciano ha vuelto a demostrar que va por libre. Ya perjudicó los intereses de Feijóo al ser el primer líder autonómico en formar gobierno con Vox y cercenar sus posibilidades de llegar a La Moncloa, y ahora ha vuelto a ser el primero en recuperar relaciones con el partido de ultraderecha, que salió de los gobiernos autonómicos del PP por su oposición al reparto de los menores no acompañados varados en Canarias. Mazón ha comprado íntegro el mensaje de Vox contra los inmigrantes, el cambio climático, la Memoria Democrática, para contar con Presupuestos, sin recordar que Vox no ha dicho nada sobre los aranceles trumpianos que afectarán a la economía regional.
El PP que ha contemporizado con Mazón tras su desastrosa gestión de la Dana, que le ha defendido porque no ha encontrado el momento de sacárselo de encima valorando los pros y los contras de esa decisión, ha visto como el presidente valenciano se la ha vuelto a jugar a Feijóo con una iniciativa que pone patas arriba toda la estrategia de Génova respecto a Santiago Abascal y con ello cuestiona su liderazgo. Y si resulta que Feijóo acepta la posición de Mazón sobre inmigración y el Pacto Verde de la UE, se mete en otro lío. Mazón lo ha hecho para intentar blindarse, aunque puede haberse puesto otro lastre en los pies.