Marcelo Galindo.

Pare, mire, cruce

Marcelo Galindo.


Vandalismo: ¿Qué se puede hacer?

12/01/2025

En Segovia nos cuesta mucho lograr avances, no sé si más o menos que en otras ciudades. En ocasiones, llevar adelante proyectos aparentemente tan nimios como instalar la señalización vertical en una calle o reparar un banco o una farola pueden demorarse durante semanas o meses, ya que en la gestión municipal, lo urgente prioriza sobre lo importante. Pero lamentablemente, la falta de civismo de algunos dan al traste con el esfuerzo municipal por tener un entorno agradable y que favorezca no solo la convivencia ciudadana, sino que sea también amable para quienes nos visitan.

Raro es el día con el que estos vándalos nos sorprenden con alguna "hazaña", basada básicamente en destrozar todo aquello que les rodea sin miramientos y, lo que es peor, sin ser conscientes del daño que causan a la ciudad en la que viven. Los últimos ejemplos de esta irracionalidad han tenido como objetivos los recién estrenados baños públicos en la Plaza Mayor – tan deseados como necesarios para ciudadanos y turistas- que en sus primeros días abiertos al público ya han sufrido desperfectos tanto en urinarios como en lavabos, y esta misma semana, los carteles instalados en algunos parques para sensibilizar a los propietarios de mascotas y que retiren los excrementos de sus animales han sido también objeto de atención de los incivilizados, destrozando su ubicación.

Como ciudadano, estas noticias me causan la lógica indignación, compartida sin duda con la mayoría de segovianos, ya que además del inconveniente que supone tener que reponer los elementos dañados, se añade el coste económico que supone, y que surge de las arcas municipales que se llenan con el dinero de impuestos y tasas que todos pagamos.

El vandalismo es un mal endémico que sufren la práctica totalidad de las ciudades y para el que no se ha encontrado una solución eficaz. Quienes abogan por el empleo de la "mano dura" para reprimir estas conductas ven que los métodos expeditivos no son eficaces, o no en la medida que sería deseable, ya que quienes vandalizan no temen las represalias jurídicas o económicas que conllevan estas acciones. La opción más social, basada en la educación y la concienciación para evitar estas conductas poniendo el acento en la importancia de cuidar nuestro patrimonio común tampoco resulta mucho mejor, porque la osadía de los vándalos pasa por encima de cualquier recomendación, consejo o advertencia desde el respeto.

Quizá la mezcla de acciones expeditivas con la concienciación y la educación sea la fórmula más eficaz, El trabajo policial da resultados, y una vez que los autores de estos hechos se ponen en manos de la Justicia, debe haber una respuesta contundente para reprimir estas conductas de la mano de la Ley, y que las sanciones civiles o penales tengan en cuenta el volumen de los daños causados y el coste de su reparación. De esta manera, el infractor ha de asumir la repercusión de su acción vandálica y que a la sanción penal o administrativa correspondiente se le sume la asunción de los gastos de la reparación del bien dañado. También podría ser útil – en otras ciudades ya se está haciendo- que los vándalos tengan que participar activamente en el trabajo de recuperar todos aquellos elementos del mobiliario urbano acompañando a los servicios municipales en su reparación. Si están vinculados al núcleo familiar por ser menores, lo lógico es que las familias se hagan responsables de forma subsidiaria de estas acciones, para que de esta manera familias y administraciones establezcan cauces de colaboración que eviten que estas conductas se repitan.

Reconozco que estas ideas que planteo no son ninguna novedad, pero pueden ayudar a tener un marco de apoyo para que poco a poco, la sed de destrucción de los que se afanan por destruir el patrimonio de todos, vaya aplacándose hasta agotarse definitivamente, si finalmente ello es posible.

Sólo llevamos algo más de una semana de 2025, y el deseo para este año sería que la ciudadanía pueda disfrutar de espacios para convivir. Segovia se lo merece.