Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Junts no se cansa

06/02/2025

Que la gobernabilidad de España no les importa absolutamente nada es una afirmación que todos y cada uno de los líderes de Junts han verbalizado en un momento u otro de su vida política. Los siete votos con los que cuentan en el Congreso son los más fructíferos para un partido que ha perdido todo el poder institucional en Cataluña y con ellos han hecho del chantaje su forma de estar presentes en la política nacional. Que el presidente el Gobierno, Pedro Sánchez los necesita para mantenerse en el poder es otra evidencia y que ambos tienen una concepción ventajista a la hora de relacionarse no es ninguna sorpresa a la vista de cómo han transcurrido sus relaciones desde que los 'indepes' catalanes' dieron su voto para la investidura, y nada más, del presidente del Gobierno.

Pedro Sánchez y Carles Puigdemont y los suyos tienen un punto de osadía que linda con el farol de casino o el órdago sin juego como demuestran afirmaciones tales como que el Gobierno puede dirigir el país sin contar con el Congreso, o que los independentistas irredentos están dispuestos a dejarle caer y obligarle a convocar elecciones generales por la vía de no aprobarle ninguna de las iniciativas que trate de sacar adelante, desde los presupuestos Generales del Estado a leyes estrella como la rebaja de la jornada laboral a 37,5 horas.

Cuando parecía que el Gobierno y Junts habían encontrado un punto de sosiego en sus relaciones después del secuestro del Consejo de ministros de la pasada semana para permitir las negociaciones que acabaron con el sí de Puigdemont al decreto semiómnibus que protegía la subida de las pensiones y el escudo social, a cambio de que el Pleno del Congreso debata y vote instar al presidente del Gobierno a someterse a una moción de confianza que ya está agendada -Sánchez ya ha dicho que no la presentará-, y cuando parecía que se habían puesto las primeras piedras para debatir las cuentas del Estado, aparece el secretario general de Junts, Jordi Turull, y afirma que "si llegamos a decirle que no tiene nuestra confianza, el siguiente paso es pedirle que convoque elecciones". No es la primera vez que desde Junts se afirma que no tiene miedo a una convocatoria electoral, aunque en su fuero interno teman esa posibilidad porque, a tenor de todas las encuestas, los escaños que ahora son indispensables pasarían a ser irrelevantes con un PP que en solitario no se acerca a la mayoría absoluta, que si se consigue con el concurso de Vox. Órdago a todo.

Porque el independentismo lo quiere todo y lo quiere ya, lo que está en manos del Gobierno y aquello que depende de jueces o de la Unión Europea, obviando que la transferencia de competencias, y más si suponen un mordisco a las que corresponden a la Administración Central, llevan un tiempo de negociación que para ellos es insoportable, a pesar de que no vayan a gestionarlas a corto plazo y de que la mayoría de los catalanes se encuentren en este momento a otras cosas.  

Es mal momento para el PSOE, pero en algún momento tendrá que comenzar a oponerse a los chantajes y amenazas que proceden de Puigdemont y pensar que la legislatura no llegará a su término, o asumir que esperan dos años de parálisis política, porque sin Junts no dan los números y porque el PP se frota las manos ante la posibilidad de las elecciones anticipadas que lleva pidiendo desde que Sánchez llegó a La Moncloa.