Con el ánimo sobrecogido por la catástrofe que la DANA ha dejado en Valencia, estos días me venia a la cabeza la fábula de Tomás de Iriarte 'Los dos conejos', en el que el dramaturgo y escritor plasmaba a finales del siglo XVIII en su libro 'Fábulas ilustradas' la disputa figurada entre dos conejos que discutían si los perros que les perseguían eran galgos o podencos. La porfía, como es obvio, no tuvo un buen final, y ambos conejos perecieron bajo las fauces de sus perseguidores, quienes cumplieron con su objetivo sin importarles de dónde procedían sus presas.
En estos días de zozobra e incertidumbre, el debate parece centrarse estos días en si la tragedia podría haberse evitado y si las medidas a aplicar por las administraciones central y autonómica han llegado a tiempo o son suficientes para poder paliar los devastadores efectos de la riada. La polarización política y el deseo de algunos de conseguir réditos políticos de la catástrofe está enconando el debate hasta límites muy peligrosos, como pudimos ver durante la controvertida visita de los Reyes junto a los presidentes Sánchez y Mazón a algunas de las zonas más afectadas.
Quienes nos dijeron en 2020 que de la pandemia íbamos a salir mejores no parecen haber acertado demasiado, ya que en estos últimos cuatro años se ha demostrado que parece más rentable aquello de que "contra …. vivíamos mejor" (añádase en los puntos suspensivos el nombre del gobernante elegido) que el hecho de buscar acuerdos basados en el diálogo, la altura de miras y el bien común.
Instalados en la política de barricada, los partidos parecen más interesados en intentar hacer visibles los problemas del contrario que en el análisis objetivo de los problemas comunes y la búsqueda de soluciones que permitan construir el mejor futuro posible.
La traslación de esta tendencia a la política local puede verse en Segovia en la gestión del edificio CIDE y en el anuncio realizado por el Gobierno de España de renunciar a ubicar en él el proyecto educativo del Centro de Innovación y Tecnificación de Alto Rendimiento (CITAR) de Formación Profesional.
Así, en la última semana, hemos asistido al esperado y consabido cruce de declaraciones entre el equipo de Gobierno y la oposición municipal donde no han faltado los reproches por ambas partes, atribuyéndose en ambos casos la desidia en la gestión de una iniciativa que anunció el presidente Sánchez a bombo y platillo en 2021 y que tres años después parece encaminada a pasar a mejor vida, como otras tantas en la ciudad.
Cargados de argumentos y razones, populares y socialistas se acusan mutuamente de no haber sido diligentes en poner en Segovia un proyecto que hubiera situado a la ciudad en la vanguardia de las nuevas tendencias educativas que apuestan por la especialización de la FP para responder a las exigencias de un mercado laboral que demanda mayor cualificación. Lo más triste de todo es que ambos tienen razón, y pueden repartirse las culpas, porque en estos tres años la inacción ha caracterizado la gestión de este proyecto y ha hecho que el Gobierno central haya apostado por otro modelo distinto en el que Segovia ya no está incluido.
Lo del CITAR no es más que otro triste ejemplo de proyectos que pudieron haber sido determinantes en el desarrollo de Segovia. Así, pocos olvidan ya la estéril pugna de la ciudad por albergar el Centro Logístico del Ejército de Tierra cuya construcción actualmente avanza en Córdoba, y que - sin olvidar otros condicionantes políticos de la época- no consiguió aunar voluntades para optar con garantías a su ubicación en la capital.
Lejos de escarmentar a base de palos, la clase política local habla de "proyectos de ciudad" pero no pone los medios necesarios para desarrollarlos, confundida por sus propios argumentarios políticos y perdida en debates espurios y poco productivos. Iriarte concluía la fábula con los versos: "Los que por cuestiones/de poco momento/dejan lo que importa,/llévense este ejemplo". Pues eso...