Marcelo Galindo.

Pare, mire, cruce

Marcelo Galindo.


La esgrima verbal

12/10/2024

El interés en algunas ocasiones enfermizo por la actualidad hace que pase gran parte de mi tiempo buscando a través del proceloso mar de internet y las redes sociales detalles sobre las informaciones que alimentan los medios de comunicación y de las que sirven para formar lo que viene en llamarse 'opinión pública'.

Así llegó a mis manos una moción que el grupo de concejales de VOX presentó en el pleno del pasado mes de agosto para solicitar la reforma del Reglamento Municipal de Honores y distinciones cuya redacción no dejaba indiferente.

Más allá del resultado de la iniciativa de los ediles 'verdes' -que no obtuvo el apoyo plenario- la pulcritud en el uso del lenguaje y la documentada exposición de motivos para argumentar su petición convertía este pequeño texto municipal en una pequeña pieza de orfebrería del lenguaje político.

Habrá algunos que señalen que el intrincado y sinuoso léxico que emplean nuestros políticos ya es suficientemente complejo para añadirle barroquismo con metáforas e hipérboles elaboradas, pero para quienes por motivos profesionales tenemos que lidiar a diario con el idioma 'politiqués', se nos oxigena el ánimo al comprobar que los representantes de la soberanía popular en las distintas administraciones también son capaces de trasladar con estilo sus mensajes a la ciudadanía.

Cierto es que la política local ha contado con muchos y buenos oradores de uno y otro signo en este casi medio siglo de democracia. El mejor ejemplo fue Atilano Soto, con un verbo afilado e irónico trufado de citas de filósofos e historiadores clásicos con el que asaeteaba a sus contrincantes políticos en los plenos de la Diputación Provincial, o se defendía de las críticas y acusaciones sobre su gestión en la extinta Caja Segovia. Los periodistas recordamos aún el discurso de aceptación del premio 'Dómine Cabra' en 1998, donde con sarcasmo y elegancia convirtió el 'palo' por su trato a los medios de comunicación en un bumerán crítico hacia los plumillas locales.

Sin salir del palacio provincial, los socialistas Javier Reguera y Juan Ayllón esgrimían sus argumentos sin alharacas verbales pero con la claridad y elocuencia de quien cree en lo que defiende.

En la Casa Consistorial, la palabra quizá no haya sido tan bien tratada por los ediles que han pasado por el salón de plenos, pero también queda en el recuerdo la labor de muchos de ellos, empeñados no sólo en hacerse entender para sacar adelante sus postulados, sino en que el mensaje llegara de forma neta a la ciudadanía. Así, vienen a la memoria las intervenciones en los plenos de Luis Peñalosa, cuyo verbo combativo no estaba exento de calidad, la pátina docente de las del recordado concejal popular José María Martín o el siempre vibrante discurso del socialista Angel Fernando García Cantalejo.

En la política autonómica y nacional también hay ejemplos del buen trato a la palabra, como el que aporta en las Cortes de Castilla y León el socialista José Luis Vázquez o el que llevaron a las Cortes españolas parlamentarios como el recordado Juan Muñoz o Modesto Fraile.

Personalmente, echo de menos debates políticos donde las fintas y estocadas de la esgrima verbal buscaban con elegancia el punto débil del contrario, siempre desde el respeto a las normas más elementales del respeto y la tolerancia. Ahora se lleva la frase de trazo grueso capaz de conseguir muchos 'likes' en las redes sociales sin importar para nada el estilo que se emplee, y las discusiones en los plenos y foros políticos se asemejan más a riñas de patio de colegio donde el 'y tú mas' es el argumento único en interpelaciones y respuestas. Parafraseando al inefable Jaime Urrutia:

"Caray, ya no hay estilo ni personalidad…."