Los psicólogos americanos, que son unos hachas para el análisis de lo trivial, han definido el efecto que causa en las personas la música pegadiza como 'earworm' (gusano del oído), sin duda por la capacidad de algunas canciones por instalarse en el cerebro humano durante más tiempo del deseado. Quien más o quien menos se despierta con una melodía en la cabeza que tararea sin cesar a lo largo del día, fruto de un recuerdo del pasado o -que es lo más probable- por el martilleo mediático al que se someten determinadas canciones. Un 'tempo' rápido, una estructura melódica sencilla con pronunciadas subidas y bajadas de tono y un cierto factor sorpresa, como silencios o repeticiones que van más allá de lo esperado son las claves que definen este tipo de canciones, que en época estival proliferan y compiten por el honor de ser consideradas «la canción del verano».
Quienes ya peinamos canas, recordamos aquellos veranos con Los Diablos o Fórmula V buscando «un lugar para amar y soñar este fin de semana» o lamentan do la marcha de Eva María con su maleta de piel y su bikini de rayas dejándonos recuerdos de su ausencia sin la menor indulgencia. Mas cerca en el tiempo Georgie Dann nos cantaba las excelencia de los chorizos parrilleros en La Barbacoa y las delicias de El Chiringuito, o nos invitaba a resolver la incógnita de qué diablos quería el negro…
Los tiempos avanzan, pero los ritmos rompeverbenas se han seguido sucediendo sin solución de continuidad, y el verano nos ha hecho bailar a ritmo de clásicos como Paquito el Chocolatero o la 'Boooooooomba' de King África, o de Sonia y Selena con su invitación definitiva a la entrega a la fiesta, por seguir con ejemplos más o menos célebres.
Este año, la segoviana Isabel Aaiún tiene todas las papeletas para transformar su 'Potra Salvaje' en la digna sucesora de los éxitos estivales de la época. Razones no le faltan, y sobre todo, el apoyo definitivo de la laureada selección española de Fútbol, que adoptó este tema como uno de sus himnos motivacionales durante la Eurocopa.
El éxito de Isabel Aaiún no es flor de un día. La cantante es de esas que se baten el cobre por los escenarios de media España durante todo el año con la ambición de dar con la tecla de concentrar el apoyo mayoritario del público, y este año es el suyo. Ninguna orquesta que se precie puede dejar de incorporar a la potra en su repertorio de verbenas, y la canción suena de forma inmisericorde en chiringuitos, bares y gimnasios. Sin duda, todo un espaldarazo para la artista segoviana, que a buen seguro tendrá también un buen verano plagado de conciertos.
Pero las canciones del verano nacen con fecha de caducidad, sobe todo si los artistas que las cantan quieren explotar hasta la saciedad su éxito, convirtiéndose en 'one hit wonder' para vivir del presente sin pensar en el futuro. No parece este el caso de la segoviana, que a tenor de sus manifestaciones parece tener muy claro el carácter pasajero de su éxito, que no nublará su propuesta musical en los próximos años.
La pregunta es obvia. ¿A usted le gusta 'La potra?. Porque de eso es lo que se trata…. Ya hay odiadores profesionales de redes sociales que sitúan esta canción en las filas del pachangueo veraniego a los que contestan los seguidores de la cantante argumentando los valores de empoderamiento que defiende en su letra. Sin duda esta polémica perseguirá esta canción durante todo el verano y animará los ahora dormidos debates en los medios de comunicación si las circunstancias políticas o sociales no traen a la palestra alguna de esas 'serpientes de verano' que llegan periódicamente a las redacciones.
Si me permiten, yo me voy a mojar. 'La Potra' no es una canción que llevo en mi 'playlist', quizá porque vivo asomado al borde de la brecha generacional en el lado de los que piensan aquello de que «antes si que se hacían buenas canciones», pero no por ello dejo de reconocer que ha conseguido conectar con un público mayoritario, lo cual no resulta fácil en un tiempo como éste con multitud de ofertas. Así que, dejaré que La Potra siga cabalgando libre y salvaje durante el verano, porque yo sigo echando de menos a Eva María y el aroma de las sardinas a la brasa de la barbacoa… Georgie Dann, que estás en los cielos.