Vivir en Segovia es un privilegio. Empiezo con una demagógica obviedad que sin lugar a duda compartimos todos los segovianos, pero que se sustenta sobre pilares como su rico patrimonio histórico, fruto de siglos de presencia de distintas culturas en este pequeño pedazo de la Península Ibérica. La herencia más valiosa y singular tanto por calidad como por cantidad es la que proviene de la Iglesia, que a lo largo del tiempo ha sembrado de iglesias y ermitas la provincia cuya historia permite recorrer la evolución del arte religioso desde el románico al barroco.
Sirva como ejemplo la propia capital, que permite disfrutar de un bonito recorrido por el románico con templos como San Clemente, San Martín o San Millán, o pasar al gótico más brillante en la Catedral, sin olvidar la belleza de templos que conservan en su interior hermosos retablos o piezas de arte sacro de incalculable valor.
Durante el verano, la Junta de Castilla y León en colaboración con la Diócesis de Segovia ha reeditado el Programa de Apertura de Monumentos, orientado no sólo al turismo sino a toda la ciudadanía interesada en conocer más en detalle el valor y la historia del patrimonio religioso. La oferta no ha caído en saco roto y la campaña ha atraído en la provincia a más de 140.000 personas, lo que prueba el poder de atracción de esta oferta y el potencial turístico que demuestra.
Son ya muchas las personas que a la hora de elegir sus vacaciones apuestan por el turismo de interior frente a la todavía imbatible oferta de sol y playa, atraídos por una nueva forma de ocio relacionada con la cultura y el paisaje; y aquí Segovia es ya un lugar de referencia a la hora de elegir un destino vinculado con esta propuesta.
Si hay una apuesta por promover y potenciar el turismo en la provincia, debe ir unida al mantenimiento y la protección de un conjunto patrimonial especialmente delicado en el que no cabe cualquier intervención, por bienintencionada que pueda parecer. En este sentido, la coordinación entre las instituciones directamente relacionadas con este asunto parece estar funcionando de forma aceptable a través de los distintos acuerdos y convenios de colaboración para financiar proyectos de mayor o menor envergadura. Pero a veces, la maquinaria administrativa no es todo lo ágil que se necesita, y las prioridades presupuestarias no llegan a todos los lugares, lo que pone en serio riesgo la conservación de iglesias y templos. La 'Lista Roja' del Patrimonio que elabora la Asociación Hispania Nostra cuenta ya con muchos ejemplos de inmuebles en peligro como la ermita de San Vicente de Hinojosas del Cerro o la iglesia de San Medel en Valseca, que languidecen sin que haya ninguna posibilidad real a corto o medio de una intervención inmediata.
A esta preocupación se añade el abandono progresivo de las comunidades religiosas que viven en los conventos y monasterios, y que dejan estos inmuebles en una delicada situación. En los últimos años Segovia se ha despedido de las religiosas que vivían en los monasterios de San Antonio el Real y San Vicente el Real respectivamente, sin que haya en el horizonte soluciones para su recuperación. Desde la diócesis se han hecho intentos infructuosos por traer alguna congregación que pudiera ocupar alguno de los edificios, y la preocupación por la conservación del valiosísimo legado artístico que conservan dentro de sus muros crece día a día. En este caso, confluyen muchos intereses que dificultan una intervención inmediata, y sería bueno que las administraciones con competencias en esta materia dieran un paso decisivo para al menos sentar las bases que pudieran garantizar algún tipo de recuperación de estos edificios. Cualquier gasto en este sentido debe interpretarse siempre como una inversión, porque la sociedad es responsable de que el legado histórico de siglos llegue a las próximas generaciones en las mejores condiciones. Nos va el futuro en ello.