Reconozco que, a estas alturas del partido, he perdido mucha capacidad de sorpresa en lo que se refiere a la política municipal de este nuestro Ayuntamiento. Desde que en 1979 los ciudadanos tuviéramos la oportunidad de elegir democráticamente a nuestros representantes municipales, el gobierno de la ciudad no ha sido tarea fácil, y salvo en dos ocasiones – 1979 con José Antonio López Arranz como alcalde de UCD y 1995 con Ramón Escobar como regidor del PP que alcanzaron la mayoría absoluta – los pactos y acuerdos han sido necesarios para garantizar la gobernabilidad de la capital. Los más mayores recordarán que Segovia llegó a tener hasta tres alcaldes entre 1987 y 1991, y que la ciudad comenzó el siglo XXI con un pacto entre PP y CDS que hizo que los centristas gobernaran la ciudad con el apoyo de 2.000 votantes y sólo dos concejales.
Hace un par de semanas, la historia municipal ha escrito una nueva y curiosa página con el pacto fallido entre el Partido Popular y Vox que bajo el nombre de "acuerdo de estabilidad" vinculaba a ambas formaciones para dar continuidad a la labor municipal iniciada por José Mazarías tras las elecciones municipales del pasado año. Lo primero que llama la atención de este acuerdo es el momento en el que surge, casi un año después de la conformación del actual Gobierno municipal y con un presupuesto ya aprobado; lo que cuestiona la presunta falta de estabilidad política al menos a un año vista. La pregunta es obvia: ¿por qué se firma diez meses después de las elecciones cuando lo lógico hubiera sido iniciar el periodo de Gobierno con el pacto firmado?.
La otra pregunta se refiere a la elección del socio de gobierno por parte de los Populares. ¿Por qué Vox y no Ciudadanos?. Con la formación liberal hubo ya experiencia de apoyo en la pasada legislatura en la Diputación Provincial, donde la ahora concejala Noemí Otero ocupó un área en el equipo de Gobierno, y todo parecía indicar que sería el encaje lógico a la hora de abordar un acuerdo que garantizara la gobernabilidad. Pero el elegido ha sido Vox, que en el documento firmado por su portavoz Esther Núñez y el alcalde Mazarías incluye no sólo la petición de la Concejalía de Comercio para el partido de extrema derecha, sino la inclusión de un paquete de 25 medidas, algunas de ellas tan controvertidas como el aparcamiento de Los Tilos o la aplicación 'light' de la Zona de Bajas Emisiones.
Pero todo saltó por los aires cuando Vox decidió anunciar unilateralmente el acuerdo y el PP decidió anular lo firmado, suscitando un cisma entre ambas formaciones cuyas consecuencias habrá que evaluar en el futuro, de no ser que las aguas vuelvan a su cauce y los dos partidos recuperen el consenso perdido. No parece tarea sencilla, ya que Núñez acusa a Mazarías de haber engañado a su formación política, y el regidor afirma que la portavoz de Vox ha demostrado "bisoñez y falta de pericia política" al anunciar el acuerdo sin contar con los populares desatendiendo las peticiones del PP en este sentido.
El 'pactus interruptus' permanece en punto muerto y ninguna de las dos formaciones parece dar pasos para recuperarlo. Termino con otra pregunta: ¿No sería mejor buscar acuerdos puntuales con los grupos políticos en función de los proyectos de ciudad a desarrollar que hipotecarse con una única formación que pueda orientar su gestión?. El alcalde reitera que mantiene una política de 'mano tendida'… ¿Será verdad?