Hay un sentimiento de orgullo bueno. Es el que sentimos por los nuestros o algún organización o estamento al que pertenecemos. Por ejemplo, en los logros de nuestros hijos, no podemos dejar de estar orgullosos, con cada paso que dan en la vida. Te puedes sentir orgulloso de ser español por resultar ganador de la Eurocopa de fútbol, o por renovar un año más el título de país con mejor tasa de donantes de órganos.
Ese orgullo lo demostramos en las conversaciones con otros, y ahora especialmente en la redes sociales, que son el escaparate donde ponemos nuestra mejor mercancía. Pocos son los que cuentan sus miserias en las redes, aunque alguno hay que gusta de dar lástima pública.
Luego tenemos un orgullo malo, que nos lleva a la cabezonería y a tomar decisiones que nos pueden llegar a perjudicar en algún punto. De las que no nos apeamos para no demostrar debilidad y presentarse ante el público como firme en las decisiones. Ahora se penaliza mucho en política cualquier cambio de opinión, un gran error en mi opinión.
Os llevo a esta reflexión tras asistir esta semana al desenlace del Centro Nacional de Formación Profesional que desde hace años promueve el Ministerio de Educación para el edificio del CIDE, propiedad del Ayuntamiento. El pasado lunes la secretaria de Estado del ramo citó a reunirse al alcalde Mazarías, y se encontró con un plantón y la presencia de miembros de su equipo de gobierno. Resultado del asunto, el anuncio de que Segovia no será la sede del dichoso CITAR. No voy a justificar que la negativa a la implantación de ese centro depende de la asistencia o no del alcalde a una reunión. Lo cierto es que ambas partes se llevan esquivando un tiempo, y nadie da su brazo a torcer.
Por un lado estaría bien que el Ministerio de Educación hubiera explicado con más claridad y concreción en que consiste el CITAR. Las necesidades de espacio, el personal que va a trabajar y lo que requiere del Ayuntamiento de Segovia y su edificio de la Carretera de San Rafael. En Segovia andamos escamados después de anuncios frustrados, como aquel de la llegada del Instituto de Danza Alicia Alonso de la Universidad Rey Juan Carlos, que en la actualidad anda por Fuenlabrada. Ni los reconocimientos ni parabienes del Consistorio, con acto institucional mediante a la prestigiosa bailarina cubana, sirvieron para que terminara recalando en la ciudad.
Tampoco cuajó la presentación de no sé cuántas empresas, con la puntera Indra a la cabeza, que anunciaron su petición de espacio en el CIDE, con rueda de prensa incluida. Solo valió para la foto de políticos.
En el otro lado del cuadrilátero, el afán del actual alcalde, José Mazarías, de ocupar el espacio CIDE con funcionarios municipales y lo que sea con tal de tener una excusa de no disponer hueco para cuando llegara la petición formal del Ministerio.
No ha ocultado nunca desde el primer minuto su desconfianza en el proyecto, en la forma de comunicarse con el Ministerio, y por qué no decirlo, que no estaba muy por la labor de sacar adelante un proyecto que lideró su antecesora, Clara Martín. A mí me ha dado la sensación de que desde que tomó el bastón de mando ha ido desmontando todo lo que tuviera que ver con sus antecesores. A veces con acierto, y otras muchas sin mucho sentido. ¿Orgullo? ¿Tan difícil es sentarse en una mesa ambas partes, dejarse en la puerta las siglas del partido que les da cobijo en las elecciones -pero que no tendrían que afectar para asuntos de interés general- y ponerse a negociar?
Hay quien me dice que el CITAR no sirve para mucho, que solo será un sitio donde vendrán a formarse los docentes de FP de toda España. Entiendo que da más empleo y riqueza una fábrica con 300 empleos directos, pero todo lo que genere actividad en la ciudad lo doy por bien empleado. Al final tendrá que haber una plantilla que mantenga y gestione ese centro, y eso son empleos e inversión, y seguro que un centro así demandará servicios y generará empleo indirecto en hostelería, transportes y demás.
La oposición en pleno, excepto Vox que anda salvando España y a sus cosas, le han pedido al alcalde una rectificación y que trate de retomar el asunto antes de que sea tarde. Por su parte el diputado socialista, José Luis Aceves, tiene la ocasión de demostrar su utilidad como representante del partido del Gobierno en el Congreso, medie para acercar posiciones y se deje de ruedas prensa sin mucho sentido.
Es decir, que todos dejen de lado un poco de su orgullo malo, para lograr el objetivo de implantar el CITAR en Segovia, algo de lo que sentirnos finalmente todos orgullosos los segovianos, este orgullo del bueno.