Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Elías Díaz

10/02/2025

Comento con pena la noticia del fallecimiento de un ilustre paisano, salmantino para más señas, que nos dejó hace unos días, habiendo alcanzado ya los noventa años. Tal vez haya lectores que no alcancen a identificarle suficientemente, porque su notoriedad no estaba en la dimensión del gran público. Fue un eminente profesor de Derecho, que, para quienes nos hemos dedicado a esa actividad, constituye una referencia.
Su especialidad se situaba en ese ámbito teórico en que se mueve la Filosofía del Derecho. No es una rama concreta que tenga por objeto el estudio de un sector determinado de la legislación; es algo mucho más elevado, relacionado con la categoría jurídica en general y en abstracto. Ahí se sitúa eso que llamamos el Derecho Natural, las reglas de comportamiento que nacen de la naturaleza humana y de la vida en sociedad, y que no necesitan estar escritas en leyes o códigos. Su vigencia es intemporal, como lo son los grandes valores, la libertad, la justicia, la igualdad; pero su contenido concreto evoluciona con el tiempo y se adapta a los cambios de la sociedad y de la historia.
Los juristas de mi generación recorrimos en nuestra formación un camino bien sinuoso. Comenzamos nuestros estudios estando en vigor la legislación de la dictadura, vivimos con pasión el devenir de la transición e incorporamos con entusiasmo a nuestra cultura jurídica el nuevo marco constitucional. La obra de Elías Díaz, comprometido hasta el límite en esa evolución, iluminó nuestras mentes en el momento oportuno. Dos de sus obras ('Estado de Derecho y Sociedad democrática', del año 1966, y 'Sociología y Filosofía del Derecho', de 1971) están en nuestra memoria como hitos fundamentales de aquella etapa. Aprendimos en ellas una cosa fundamental: que la legalidad y la legitimidad no necesariamente coinciden; que lo que es legal en un momento determinado puede no ser legítimo; que la condición fundamental para que lo legal sea también legítimo es el origen democrático de las normas, sin perjuicio de que éstas sean discutibles o correctas.
Tuve luego la suerte de mantener relación frecuente con él, y también coincidencia política, junto con amigos comunes, como fue el caso de Gregorio Peces Barba, que siguen en el recuerdo. Aprecié su calidad humana y le deseo el descanso que merece.

ARCHIVADO EN: Naturaleza, Leyes, Dictadura