Marcelo Galindo.

Pare, mire, cruce

Marcelo Galindo.


El noble oficio del gacetillero

26/01/2025

El santoral – agenda diaria a la que muchos hacemos más caso que al horóscopo- pone hoy en la palestra la celebración de la festividad de San Francisco de Sales, al que la Iglesia designó en 1923 patrono de periodistas y escritores por su ingente labor de propagandista de la fe como autor y editor de obras de corte doctrinal y catequético, que le valieron tras su canonización el título de Doctor de la Iglesia. Así, desde hace décadas, los periodistas – creyentes o ateos- se congregan en este día para celebrar su membresía en el noble oficio de contar a la sociedad "los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa", tal y como definía la actualidad el sabio profesor Juan de Mairena 'alter ego' de Antonio Machado.

No corren buenos tiempos para el periodismo ni para los periodistas. El descrédito de esta profesión crece en la misma proporción que aumentan los bulos y las noticias falsas que corren como la pólvora a caballo de las redes sociales, y que al parecer son más creíbles cuanto más se acercan a lo que opinan los que las buscan y las reciben. De este modo, la inmediatez y el 'clickbait' son ahora valorados por la sociedad, y los magnates de los medios informativos parecen claudicar con aquello de "que la realidad no te estropee un buen titular".

¿Somos una sociedad mejor informada?. Aunque arroje piedras contra mi propio tejado, creo que no. Es cierto que desde la invención de la imprenta hasta nuestros días, los avances tecnológicos han democratizado el acceso a la información, pero a su vez han generado muchos canales dirigidos a orientar determinados discursos o ideologías de corte populista o demagógico que niegan toda posibilidad de análisis y de contraste amparados en criterios de oportunismo, que no de oportunidad.

Veo con dolor cómo en los bares donde antes podían encontrarse dos o tres periódicos en los que los parroquianos podían leer y comentar las noticias, ahora sólo se conserva uno o prácticamente han desaparecido. También resulta sangrante el periodismo de trinchera o de camisetas que hace que si sigues un determinado informativo en radio o TV te conviertes en un peligroso fascista o en un comunista bolivariano. De esta manera, la polarización sólo nos alcanza para conocer la realidad desde un único lado de la balanza, dejando al margen cualquier otra opinión que, por mucho que nos pudiera enriquecer, se aleje de aquello que consideramos correcto.

En medio de esta crisis de valores, los periodistas tenemos que seguir trabajando para ser sensibles a todo aquello que pasa a nuestro alrededor y contarlo de la manera más honesta y profesional posible. Y no es tarea fácil. Desde las asociaciones y colectivos que defienden los intereses comunes de la profesión periodística se clama a diario por promover una cultura de la información que se pueda aprender ya desde la escuela (lugar donde los medios de comunicación tristemente no tienen un hueco en el currículo académico más allá de la voluntad de los docentes por trasladar su importancia a sus alumnos). La precariedad laboral y las difíciles condiciones de trabajo que sufren los periodistas es otro de los grandes problemas del periodismo, donde redacciones cada vez más reducidas tienen que multiplicar sus esfuerzos para tratar de llegar a todo sin la lógica y necesaria compensación económica o profesional.

Pues con este panorama celebramos un año más la fiesta de nuestro patrón. Si bien es cierto que el paisaje es poco prometedor e invita al desánimo, no es menos cierto que este noble oficio de gacetilleros – parafraseando al maestro de periodistas Jesús Fonseca, al que pueden leer en este diario semanalmente- tiene un alto componente adictivo y vocacional que ciega el entendimiento y nos hace seguir al pie del cañón. De alguna manera, y por cualquier medio, el compromiso no es ni puede ser otro que el de ofrecer espacios para construir una sociedad más justa a través de la información, y en ello estamos. Aurelio, Alfredo… seguiremos informando.