Marcelo Galindo.

Pare, mire, cruce

Marcelo Galindo.


El tiempo... algo de que hablar

09/02/2025

En las estaciones atmosféricas más extremas como el verano o el invierno, el calor estival y el frío invernal sirven como marco para iniciar una conversación de esas de compromiso cuando te encuentras con un vecino al entrar al portal o al compartir el ascensor para llegar a casa. En esos pocos minutos que a veces se hacen eternos, los episodios de canículas y heladas y lo que sube y baja el mercurio de los termómetros – que en su mayoría ya cuentan con sensores y lecturas digitales al prohibirse el uso de este metal para medir las temperaturas- sirven para mantener firme una intrascendente conversación al menos hasta completar el recorrido.

Pero las conversaciones sobre el tiempo han ido cobrando importancia a medida que se han introducido nuevos valores fruto del signo de los tiempos. Ahora, frases como "ya no nieva como antes" abren debates donde el cambio climático, la Agenda 2030, los "chemtrails" lanzados al aire para modificar el clima o el yoduro de plata que se emplea para reventar las nubes y hacer llover o dejar de llover a voluntad se introducen hasta radicalizar el discurso a límites insospechados.

Los medios de comunicación tampoco lo ponemos fácil. El tiempo es excusa perfecta para abrir informativos cuando el calor aprieta o el frío hiela hasta la respiración, y las cadenas de TV mandan a sus más intrépidos (o resignados) reporteros para mostrar al espectador "in situ" la fuerza del viento y la lluvia o gélidos paisajes desde las estribaciones de las sierras más cercanas.

Hace no muchos años, las borrascas no tenían nombre, y el anticiclón de Las Azores era el que anunciaba un largo tiempo de bonanza meteorológica. Ahora, el ciudadano medio tiene que lidiar con borrascas con nombre y (casi) con apellidos, fenómenos como la ciclogénesis explosiva o temporales como "la bestia del norte" que este fin de semana anuncia frío y nieve por doquier, magnificando de esta forma fenómenos que en mayor o menor medida suelen producirse en la época invernal. Cuando llega el calor, los "episodios de altas temperaturas" se agrupan en olas de mas o menos duración, y las imágenes de termómetros en la calle con cifras casi imposibles son las que buscan los reporteros de televisión para hacer sus crónicas bajo un sol abrasador.

Las previsiones meteorológicas se han convertido en un espectáculo televisivo en el que los especialistas que nos trasladan a diario la información rivalizan por acercarla acompañados por espectaculares grafismos audiovisuales y no menos espectaculares fotografías e imágenes fruto de la colaboración de los ciudadanos que retratan con sus móviles bonitas formaciones nubosas, puestas de sol o marejadas. No hace mucho tiempo, la credibilidad de esta información no dependía tanto del envoltorio, sino del contenido. Con una pizarra y una tiza, Mariano Medina o Eugenio Martín Rubio salían después del 'parte' de TVE para sentar cátedra con sus atinados pronósticos con los que los hosteleros programaban sus negocios en vacaciones y puentes, y las familias lo hacían con sus salidas de fin de semana, y más adelante, Paco Montesdeoca o José Antonio Maldonado completaban con su carisma la información recogida casi al instante con la aparición de los medios técnicos más sofisticados para el pronóstico del tiempo.

Lo que continúa siendo una constante con el paso del tiempo cronológico es el interés ciudadano por saber si cuando salga a trabajar tiene que llevarse un paraguas, una bufanda o ponerse en manga corta, si en la comunión del niño va a haber sol o si la quincena de vacaciones de julio podrá disfrutar de la playa. En Segovia, nuestro oráculo particular fue durante muchos años Ramón Alonso, que desde el Puerto de Navacerrada o desde Villafranca de los Caballeros daba en Radio Segovia sus predicciones, y hoy ese testigo lo ha recogido Adrián Escobar, cuyo celo y rigor en la información, y su sempiterna amabilidad le han convertido en referente a la hora de saber aquello de "cómo va a hacer mañana". En cualquier caso, conviene recordar el dicho popular que asegura que en Segovia "sólo hay dos estaciones: el invierno y la del tren"; y la marmota ha dicho que el invierno se prolongará seis semanas… avisados quedan.