El tiempo es ese juez inexorable e inmisericorde para el que no hay tregua. Por mucho que nos empeñemos en parar el reloj, sus agujas siguen avanzando y quemando etapas para dejar atrás vivencias y recuerdos. Así, hace ya un año que Segovia decía adiós a Aurelio Martín, periodista y maestro de periodistas cuyo trabajo contribuyó decisivamente a situar en el mapa social y cultural de España la provincia donde nació y a la que amó, con la misma intensidad y pasión que luchó por dignificar la profesión periodística. El 16 de junio de 2023, la sociedad segoviana lamentaba su pérdida, aunque un mes antes de su marcha, tuvo la oportunidad de dar su última lección de periodismo y de vida en la entrega de los premios 'Cirilo Rodríguez' donde al recibir el reconocimiento honorario de la 'tribu' defendía la necesidad de un periodismo libre, sin ataduras y alejado de los bulos y las 'fake news'.
Aquel día, pocos – si es que hubo alguno- se resistieron a glosar los méritos profesionales y la categoría humana de un periodista de raza que aprendió desde abajo el oficio de contar historias y al que dedicó más de cuatro décadas de su vida. El adagio popular asegura no sin razón que "Dios nos libre del día de las alabanzas", sobre todo si se apagan en la vorágine que marca el tiempo, y resulta doloroso pensar que todas aquellas bonitas y merecidas palabras que le dedicaron compañeros de profesión y representantes institucionales ahora duermen en las hemerotecas y en los archivos audiovisuales.
Tengo que reconocer que escribo estas líneas apoyado en el cariño y la amistad que debo a Aurelio Martín, y en la deuda de gratitud no pagada que el tiempo me impidió sufragar, pero al igual que en mi caso, creo que Segovia también tiene una deuda de reconocimiento a una trayectoria siempre basada en el compromiso con su profesión y con la provincia.
Las instituciones disponen de recursos suficientes en sus reglamentos de honores y distinciones para que la ciudad mantenga vivo el recuerdo de un periodista influyente cuya labor hizo posible dar un nuevo impulso a la prensa local segoviana apostando por las nuevas tecnologías en una época en la que las posibilidades que ahora ofrecen internet y las plataformas digitales no eran más que entelequias en las que pocos creían. Del mismo modo, en todos sus trabajos periodísticos, Segovia siempre fue telón de fondo para dar a conocer la realidad de una provincia a través de la política y la cultura, siempre de forma ponderada y ecúanime.
Aurelio no era hombre de homenajes, y creo que tras esa apariencia de seguridad que le daba su imponente barba se ocultaba un gran tímido. No me le imagino descubriendo una placa con una calle a su nombre o recogiendo un título honorífico, pero eso no significa que no lo merezca. Creo sinceramente que Segovia siempre ha sido agradecida con quienes han trabajado por ella, y en este sentido su trayectoria es dificilmente cuestionable; por ello me atrevo a invitar a que las instituciones recojan de forma unánime esta sugerencia del modo más oportuno, dejando de lado cualquier otro tipo de consideración.
A veces, cuando paseo por la Plaza Mayor, vuelvo la mirada a la terraza de La Concepción en la que se sentaba para escudriñar la actualidad de Segovia buscando en vano verle sentado en una mesa repasando notas en alguna libreta o en su teléfono móvil o compartiendo confidencias con algún amigo o 'cliente', en las que muchas veces tuve la suerte de participar. También a veces busco en el móvil alguna llamada perdida para 'don Mariano', y pienso en los versos que Miguel Hernández dedicó a su amigo Ramón Sijé, "con quien tanto quería". Aurelio, seguiremos informando…