Hace una semana, el Torreón de Lozoya abría sus puertas a una nueva exposición que los aficionados al arte contemporáneo español no deben perderse. No todos los días es posible disfrutar en Segovia de la obra de artistas de la talla de Miquel Barceló, Eduardo Chillida, Jorge Oteiza o Fernando Zóbel en una exposición antológica que reúne al elenco más importante del arte español en las últimas seis décadas, y la muestra organizada por la Fundación Arte, Cultura y Patrimonio ofrece la posibilidad de sumergirse en obras y estilos que han marcado una época y han servido de inspiración para generaciones posteriores.
La práctica totalidad de los artistas que pueden verse en esta exposición conocieron Segovia, colgaron cuadros y pusieron esculturas de la mano de los hermanos Ángel y Jesús Serrano, que allá por 1963 decidieron convertir el hermoso edificio del Palacio de Los Tordesillas en un espacio para el arte y la cultura, al que denominaron con el poco equívoco nombre de 'La Casa del Siglo XV'.
No fue fácil la singladura de este establecimiento que navegó entre las aguas de la promoción y el negocio cultural en una época en la que el tardofranquismo no favorecía un ambiente propicio a la llegada de nuevas corrientes intelectuales y artísticas; y menos en una capital anclada todavía en el más profundo inmovilismo. Pero la perseverancia y el buen hacer de los hermanos Serrano calaron en el ambiente cultural más allá de las fronteras provinciales, y ello hizo posible el "milagro" de mantener una espacio expositivo y artístico abierto durante casi medio siglo.
La Fundación Arte, Cultura y Patrimonio ha querido con esta exposición rendir tributo a esta ingente labor de dinamización cultural realizada por la Casa del Siglo XV, al igual que en su día lo hizo el Museo Esteban Vicente con otra recordada exposición.
Era voluntad de la Fundación haber perpetuado el legado de la Casa del Siglo XV transformándola en su sede y creando allí un nuevo espacio para la cultura, pero no pudo ser. Mas pronto que tarde, el espacio que antes ocupaban cuadros y esculturas lo ocuparán apartamentos turísticos, como en otros edificios de la Calle Real, y los segovianos tendremos que conformarnos con evocar el recuerdo de este espacio y lamentar una nueva oportunidad perdida de dotar a la ciudad de una oferta más allá del turismo.
Los responsables de Arte, Cultura y Patrimonio lamentaban las trabas administrativas y urbanísticas que en su día desde el Ayuntamiento se pusieron a este proyecto y que les llevaron a desistir de ponerlo en marcha, que al parecer deben ser menores si el edificio se destina a albergar contenedores de turistas de temporada. La gentrificación de las ciudades es el signo de los tiempos, y supone una amenaza real a la hora de abordar proyectos que no conviertan los centros históricos en espacios vacíos y ajenos a la vida de la ciudad, teniendo en cuenta que las instituciones también los abandonan para buscar espacios más ajustables a sus necesidades en el extrarradio.
Quizá no sea tarde para que los poderes públicos planteen medidas que puedan revertir esta situación buscando el necesario equilibrio entre el respeto al patrimonio y la dinamización económica y cultural de una ciudad cuya principal industria sigue siendo el turismo. No olvidemos que en 2016 quisimos ser Capital Europea de la Cultura...